Zanahoria y garrote

El mejor regalo que me pudo hacer mi hijo, Álvaro Gabriel, fue la suscripción al diario El Espectador.

He sido un fiel lector del diario de los Cano desde todas las épocas: las aciagas, las innovadoras, las felices, las tradicionales y siempre consideré, con mucho acierto, que es el mejor del país.

En esta nueva etapa, El Espectador no solamente nos brinda la opinión de grandes y conspicuos opinadores que pulen nuestra proletaria opinión en un ejercicio ecléctico necesario, sino que se ha especializado en darnos agradables sorpresas: el atlas, los mapas del mundo y de Colombia, los afiches del saber, el álbum de fútbol con algunos (muy pocos) cromos de regalo, el curso de ingles y, como si fuera poco, está la propuesta luminosa de los Foros.

Sin embargo, después de esta saludable zanahoria hay que dar un poquito de garrote.

Efectivamente, como asiduo lector encuentro que al lado de altas plumas como el poeta Ospina, el escritor Héctor Abad, los interesantísimos y sapientes hermanos Montenegro Trujillo (paisanos míos para mayores señas), María Teresa Herrán, Lucho Garzón, Botero, Isaza, Carrillo, Orduz, Ana Milena, Osuna, Bejarano, De la Calle, Alejandro Gaviria, Molano, Felipe y todos los columnistas internacionales y algunos excelentes que se me escapan por el momento, se han inmiscuido, por decirlo de alguna manera, plumas de bajo perfil o por lo menos monotemáticas y por lo tanto aburridas.

También resalto la obligación que tiene el periódico de revisar los datos erróneos que pueden presentarse. En la columna de ayer, como colaboración del lector, Paloma Alberti comete dos grandes, no graves errores: dice que la canción Cucurrú Paloma la incluye, felizmente, Almodóvar, en Todo sobre mi madre, cuando la verdad es en la preciosa película Habla con ella; y lo segundo, esta bella canción es magistralmente interpretada por Caetano Veloso, pero no es de él; pertenece al más preciado y ancestral folclore mexicano.

Álvaro Ocaña Jurado. Bogotá.

Llamado de atención

Cuando llega mi periódico en la mañana quiero leerlo pero no puedo, los artículos son pesados, largos y difíciles de leer. En muy pocas ocasiones encuentro una página que me invite a leer... Ni siquiera en secciones que deberían ser amables hay notas interesantes. Lo que leo acá ya lo he visto en otros medios.

¿La opinión es noticia? Que se vea porque hasta las páginas de opinión, que en otra época fueron muy buenas, ahora son sosas, cargadas y tan serias.

Gonzalo Ramírez. Bogotá.

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