Rogó y sus ruegos cayeron en el vacío. Suplicó a los jefes y su súplica se extravió en un socavón de crueldad: no concedieron las Farc el permiso que Andrés Felipe Pérez añoraba para despedirse del padre plagiado por esa guerrilla. Dos dolores lo consumieron hasta el aliento final, el del cáncer que avanzaba a zancadas en su cuerpo de niño y el del adiós prohibido. A poco, asesinaron los captores al papá, cuando quiso escapar de la mazmorra. Tal vez el cadáver de José Norberto Pérez se refundió entre despojos de los 1.860 secuestrados-desaparecidos de las Farc. Botón de muestra de la villanía que en su guerra ostentó ese grupo...
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