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La mujer, blanco de talibanes y católicos

Cristina de la Torre
07 de septiembre de 2021 - 05:30 a. m.

Guardadas diferencias y proporciones, un mismo cordón umbilical alimenta al Estado musulmán y a la Iglesia-Estado de Roma en sus dominios: el integrismo religioso. Un fundamentalismo supersticioso que apunta sin ahorrar violencia al dominio total sobre el poder público, sobre cada resquicio de la sociedad, de la cultura, de la vida privada. Busca, en particular, la servidumbre de las mujeres. Yihadismo e Inquisición corren parejas en la historia, que se renueva todos los días, ya como lapidación de adúlteras en Kabul, ya como agresión contra colombianas que amparadas por la Corte Constitucional abortan voluntariamente. La triada fatal médico-cura-juez activa aquí su artillería sobre todo contra las más vulnerables: contra las niñas, cuyo embarazo se considera fruto de violación. Pero son ellas quienes pagan cárcel, no sus violadores. Víctimas de la Policía y del propio personal médico que, dominados por la norma patriarcal y bíblica que se ríe de los derechos ciudadanos, las vejan y denuncian. Ya esperarán que también aquí paguen a US$10.000 la denuncia, como acaba de establecerse en Texas, Estados Unidos, país donde bulle otro fanatismo: el calvinista.

Reveladora la conversación de Cecilia Orozco con la doctora Ana Cristina González sobre el informe “Criminalización del aborto en Colombia” (El Espectador, 29/08/2021). Prueba él que para la Fiscalía y para el sector salud las mujeres son ciudadanas de segunda, sin igualdad completa ni libertad. Poco menos que las de Afganistán, apuntaría Orozco. Y es que si la Corte autorizó el aborto en tres circunstancias, en el Código Penal permanece como delito. La tradicional estigmatización del aborto, nutrida de prejuicios, creencias religiosas y odio soterrado a la mujer, legitima la cascada de obstáculos que se interponen al aborto voluntario. Si la mujer no es dueña de su cuerpo, no es libre. En el fondo, dicen ellas, no se persigue el aborto para proteger la vida del feto; se persigue a las mujeres por negarse a la maternidad como deber y destino.

La Iglesia católica, beligerante antagonista de la modernidad y del laicismo, condenó el aborto. Sostuvo que el único sentido posible de la sexualidad es la procreación, la maternidad como fatalidad biológica y cultural. De la Biblia extrae y acomoda su moral: si la vida es sagrada, matar el feto es un crimen. Crimen de lesa divinidad, pues el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, dueño absoluto de su vida. Ya lo ratificó Francisco, eco de Pío Nono, cuyo baculazo cumple inalterado 152 años mientras rueda el mundo sin parar. Y para completar, el mito de la inmaculada concepción: María concibe sin pecado original, sin sexo; triunfa sobre su libertad la palabra del Señor: “hágase en mí según tu palabra”.

Poco media de allí a la extirpación de los genitales femeninos por amplios conglomerados del islam. Al menos como símbolo. Crueldad de crueldades, se practica para liberar a la mujer del pecado de concupiscencia, del placer sexual que la potencia como disoluta. Sólo así podrá ella ser aceptada por Dios. Regresa hoy a Afganistán la cruzada talibán del Ministerio de la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, cuyo blanco predilecto es la mujer. A su interpretación de la ley islámica no le basta con prohibir la educación, el trabajo y la libre locomoción de la mujer.

Si en el Estado islámico la norma religiosa es ley, falta mucho en Colombia para que la ley civil se sacuda del todo los asedios de la fe, para que una revolución cultural le coja el paso a la revolución social que ha significado la incursión masiva de las mujeres en la escuela y en el trabajo. La que desafía todas las violencias, las del cuerpo y las del alma, por el derecho a decidir si ser madre o no.

Coda. La muerte de Yamile Salinas es un golpe irreparable para Colombia.

Cristinadelatorre.com.co

 

José(9532)08 de septiembre de 2021 - 03:52 a. m.
Felicitaciones Cristina. No faltarán los hipócritas, que no se preocupan por los miles de asesinados en el país por el matarife, para criticarte por defender el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.
Hernando(roc6d)09 de septiembre de 2021 - 08:31 p. m.
Una cosa es el fundamentalismo talibán y sus atropellos a las libertades civiles, y otra su posición frente a los EEUU, que usa a Israel para tener pie de fuerza en el MedioOriente . EEUU no representa la democracia sino intereses de trasnacionales monopólicas ligados al poder de las oligarquías regionales, monarquías Arabia Saudi y Emiratos Arabes, y regímenes totalitarios, Libano y siria.
Juan(82042)08 de septiembre de 2021 - 03:36 a. m.
Pues la verdad, es q me gusta el lado occidental de las mujeres en el cuento. Apoyo lo del aborto tienen derechos merecidos, pero las amo, sumisas, inteligentes, bravuconas, asesinas y bellas.
FRANCISCO(39394)08 de septiembre de 2021 - 02:05 a. m.
El hecho de que la mujer pueda decidir abortar porque es dueña de su cuerpo, podríamos extenderlo también a que podría matar a su hijo, una vez nacido, mientras viva en su apartamento, o en cualquier propiedad de ella. Ahí también primaría el "sagrado respeto" a un ser humano, por encima de otro, indefenso. Antropolatría atea e izquierdista, que ya sabemos en lo que termina.
FRANCISCO(39394)08 de septiembre de 2021 - 01:04 a. m.
El hecho de que la mujer pueda decidir abortar porque es dueña de su cuerpo, podríamos extenderlo también a que podría matar a su hijo, una vez nacido, mientras viva en su apartamento, o en cualquier propiedad de ella. Ahí también primaría el "sagrado respeto" a un ser humano, por encima de otro, indefenso. Antropolatría atea e izquierdista, que ya sabemos en lo que termina.
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