Error monumental. Cuando el desafío es dar con hechos de gobierno la talla de su discurso de cambio, prescinde el presidente de Jorge Iván González, artífice del Plan que enruta a Colombia por el defenestrado desarrollo; provoca la renuncia del experimentado investigador y ejecutor de políticas, orgullo del gabinete. Y ministros no menos respetables pusieron sus cargos a disposición del presidente. Que se sepa hasta ahora, Germán Umaña, cuyas estrategias de reindustrialización responden a un anhelo sepultado durante 30 años. Y Néstor Osuna, jurista de alto vuelo con propuestas de reforma a la justicia capaces de ponerla al alcance de todos, humanizarla y cercar la impunidad. Como si los vacíos del gobierno personalista —que en la inacción devienen abismos— pudieran llenarse convirtiendo a sus ministros en chivos expiatorios del jefe en cuyo liderazgo reposa la responsabilidad del mando. El bajonazo en popularidad del presidente sugiere que Gustavo Petro fue elegido menos por los rasgos de su personalidad que por izar después de cien años las banderas del reformismo. Pero, incierto el cambio, tras año y medio de mucho pregonarlo y ejecutarlo poco, se ha quedado en sueño y los sueños sueños son.
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Ministros, los chivos expiatorios
06 de febrero de 2024 - 02:05 a. m.