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Petro o el cambio que no fue

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Cristina de la Torre
09 de diciembre de 2025 - 05:05 a. m.
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Para millones de colombianos el arribo de Petro a la presidencia fue una epifanía, pero esta derivó en fiasco. Puso el mandatario en boca del pueblo la palabra cambio y dio vuelo ideológico a sus anhelos; pero la desvalida, caótica, irresponsable gestión de su Gobierno no dio la talla. Sí, la oposición interfirió y ayudó al fracaso. Pero aquí se llevan las palmas la impericia, el narcisismo de quien tanto ha sacrificado a su vanidad, y estrategias fallidas del partido en el poder. Reclamará la historia por la corrupción que había prometido conjurar pero emuló; y por políticas de paz y seguridad que, lejos de vencer riesgos para el Estado y la sociedad, los agudizaron.

En corrupción, el solo caso del asalto a la UNGRD compromete, entre otros funcionarios de gobierno, a dos exministros y dos directivos del Dapre prófugos de la justicia. Imputó la Fiscalía a los exmiembros del gabinete por haber dirigido “una organización delincuencial para destrabar proyectos del Gobierno ofreciendo a parlamentarios contratos por $612.000 millones […] se instrumentalizó el presupuesto de la nación para comprar gobernabilidad”. Aliados suyos han sido clanes cuestionados y miembros de su círculo de poder sindicados de violencia de género. Marcela Restrepo, directora del Foro por Colombia, cita esta afirmación de Petro: “Voy a hacer un pacto… a la antigüita, con corrupción y abuso de poder”. ¿Justificaba el recurso a expedientes de otros gobiernos, esta vez dizque para favorecer al pueblo?

El escándalo de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) desnuda purulencias insospechadas en la seguridad estratégica del Estado. Los archivos de Calarcá divulgados por Caracol revelarían la existencia de un pacto secreto de no agresión y entrega de información reservada del Estado a su organización delictiva, mediante un general de la república y un alto funcionario de la ANI, mientras el Gobierno adelantaba diálogos con ella. El trato apuntaría a eludir controles y acción militar contra el grupo armado, a suministrar información clasificada y códigos de radio, y a crear una falsa empresa de seguridad que le permitiera adquirir armas “legales”. Modelo Convivir del Gobierno Uribe y modelo DAS de esa Administración, la ANI estaría asociada con criminales. ¿Otra vez la seguridad nacional convertida en policía política del presidente y de su partido? ¿Otra vez la maña del Gobierno de Ospina Pérez, que rompió la neutralidad de las Fuerzas Armadas para que terminaran catapultando la Violencia?

El escándalo de la ANI podrá ser el puntillazo final a la agonizante Paz Total. Esta se montó en la presunción de que se seguía negociando con insurgentes, no con bandas o guerrillas añosas que habían cambiado el ideal político por el enriquecimiento violento. El conflicto armado es cosa del pasado. Lo que hoy tenemos son bandas entregadas a economías ilegales, a la virulenta ocupación de territorios, a agredir a la población para someterla a crueles dictaduras. Grave equivocación de la estrategia de paz y seguridad en este gobierno, de blanda mano tendida a hombres sin honor que traicionan la palabra empeñada y usan el cese el fuego para expandirse a sangre y fuego sobre las abultadas alforjas del negocio maldito.

Si Petro desilusionó a la izquierda democrática, Iván Cepeda ofrece la integridad y la determinación necesarias para prolongar su programa y, no obstante, salir airoso de dos pruebas de fuego que el país impondrá: erradicar la corrupción en el Gobierno y hacer de las políticas de paz y seguridad borrón y cuenta nueva. Podrá así inscribir las reformas económicas y sociales en hojas de ruta trazadas ya en el Plan de Desarrollo y en el Acuerdo de Paz. Su fuerte, el acuerdo nacional que le dé vida al cambio que sí será.

Coda. Feliz año a los amables lectores. Esta columna reaparecerá en enero.

Cristinadelatorre.com.co

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