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Marchar por la derecha (II)

Cristina Nicholls Ocampo

21 de junio de 2023 - 09:05 p. m.

Ya en una columna pasada había destacado el salto democrático que implicaba que la derecha colombiana usara la movilización social como derecho fundamental. Si algo positivo saca el país de las marchas y las contramarchas es el reconocimiento universal de la protesta como herramienta de participación ciudadana. Dicho esto, la reciente salida de la derecha, aunque más nutrida y organizada que la anterior, deja una estela de consignas peligrosas que hay que agarrar con pinzas si lo que se pretende es la preservación de la democracia.

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A pesar de que existen sectores que invitan al Gobierno y a la bancada oficial a acercarse a las peticiones de los manifestantes, no es muy claro cuáles son esas peticiones o por lo menos si aquellas son aplicables en el marco del respeto a mínimos estándares democráticos y plurales. En la jornada del martes vimos marchantes haciendo blackface para burlarse de la vicepresidenta, a otros tantos ondeando banderas pro-Trump y a un muy vocal representante Miguel Polo Polo gritando en plaza pública: “Le venimos a decir a Gustavo Petro que se aquiete o lo aquietamos”. Que este tipo de discursos y simbolismos tengan cabida en una manifestación pública debe cuestionar profundamente el sentido de las movilizaciones de la oposición. ¿Existe en estas marchas un ánimo ciudadano de protesta o, por el contrario, hay detrás la agitación de posiciones amenazantes para la institucionalidad colombiana? Es legítimo hacerse esta pregunta en vista de los acontecimientos.

Si hay matices y propuestas edificantes que mejorarían las apuestas estructurales del actual programa de gobierno, ojalá encuentren el camino entre tanto ruido y logren aterrizar en los escritorios oficiales; entre tanto, hay que recordarnos una vez más que Colombia es un país que ha transitado por innumerables ciclos de confrontación y que superarlos debe ser un horizonte prioritario. Como ciudadanos, debemos abogar por la convivencia entre distintos y la garantía de derechos como la protesta, pero también es menester rechazar y cuestionar discursos que azuzan la violencia y el retroceso democrático.

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