El sector que en el pasado acuñó el odioso “yo no paro, yo produzco” salió a marchar esta semana para manifestar su descontento con el nuevo gobierno en cabeza del presidente Gustavo Petro. Es clave remarcar que para la democracia colombiana es un avance cualitativo importantísimo que quienes anteriormente satanizaron la movilización social hoy hagan uso de ella como el derecho fundamental, universal y ciudadano que es. Así mismo, representa un avance que en este momento nos estemos acercando como país a la exigencia generalizada de la garantía del derecho a la protesta, esto sin importar la orilla política desde la que se marche.
Ahora, lo interesante de la jornada más allá de lo mencionado es que deja leer de manera más clara la reacomodación política de sectores que históricamente han estado acostumbrados a hacer lo contrario a lo que hoy hacen: la izquierda a gobernar y la derecha a ser oposición. En este cambio de posiciones, se han cometido primiparadas de parte y parte, sin embargo, esta movilización es tal vez una de las más torpes por parte de los nuevos opositores. Para nadie es un secreto que las marchas han sido un baluarte político de la izquierda, con algunas excepciones, las movilizaciones más multitudinarias del país las han hecho los alternativos. Gracias a esta vasta experiencia, la izquierda ha aprendido el qué, el cómo y el cuándo de la protesta. Camino arduo que al parecer le falta por recorrer a los nuevos marchantes. Entre la afluencia moderada, los discursos de odio, las conspiraciones paranoicas y lo más importante, el momento prematuro de la movilización, quedó diluida la contundencia y la posibilidad de ganar algo en la correlación de fuerzas actual. Tan es así que en este momento el país no sabe si la marcha fue por la reforma tributaria o para pedirle a Bill Gates que aleje sus zancudos de Colombia.
El saldo final no parece muy positivo para la oposición. En un acto que deja entrever desesperación, sacrificaron precozmente el alfil de la movilización social. Parece necesario que los líderes de ese sector sigan echando globos sobre cómo plantarse ante el nuevo panorama, porque a pesar de que en política nada está sellado, al parecer la cosa no anda cuando se marcha por la derecha.