Habitamos un tiempo de agudización de las crisis estructurales que atraviesan al mundo: la política, el ambiente, la economía, todo pendiendo de un hilo, todo tambaleante al vaivén de poderes que aún no terminamos de comprender. La comedia y la tragedia de lo que alcanzamos a percibir tienen la pulsión de muerte disparada; existe acá y en otras latitudes un descuido colectivo en las formas, en la cotidianidad, en la vida en general. Andamos de manera desprolija, exudando tedio, aportando a la agonía de todo lo que hace que ser humano valga la pena. En días recientes he visto mis redes sociales inundadas de imágenes generadas con...
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