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Feminismo confundido

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Cristina Carrizosa Calle
13 de marzo de 2025 - 05:05 a. m.
"Esas jóvenes que decidieron vandalizar las estatuas de Galán no pintaron un solo grafiti en el Ministerio del Interior, en donde despacha el hombre más poderoso del Gobierno, denunciado por violencia de género": Cristina Carrizosa Calle.
"Esas jóvenes que decidieron vandalizar las estatuas de Galán no pintaron un solo grafiti en el Ministerio del Interior, en donde despacha el hombre más poderoso del Gobierno, denunciado por violencia de género": Cristina Carrizosa Calle.
Foto: EFE - Vannessa Jimenez
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Las imágenes más destacadas de las manifestaciones del pasado 8 de marzo, con motivo de la conmemoración del día internacional de la mujer, mostraron la que, a mi juicio, es una confusión de algunos grupos de mujeres feministas. Una fecha que sirve al ejercicio colectivo de memoria y reflexión ha sido utilizada en los últimos años por unas minorías que se sirven de la violencia para protestar por un salpicón de razones que no siempre representan las verdaderas reivindicaciones de género.

El método vandálico fue importado y está ya trasnochado, porque cada vez son menos las mujeres que pasean los centros de las grandes ciudades del mundo destruyendo bienes públicos; no obstante, tenemos aún infinidad de motivos que nos llaman a manifestarnos: en Colombia, los indicadores de desigualdad entre hombres y mujeres muestran leves avances en lo que tiene que ver con el nivel de ingresos y la tasa de desempleo, pero las mujeres continuamos siendo bastante más pobres que los hombres. La mayor tragedia está en la violencia contra las mujeres: en promedio, tres mujeres fueron asesinadas cada día en el 2023, 101 fueron agredidas físicamente por su pareja y 46 niñas fueron víctimas de agresión sexual, según las últimas cifras de ONU Mujeres Colombia.

De manera que la manifestación feminista, en cualquiera de sus vertientes, no solo es un derecho sino un deber en sociedades desiguales y violentas con las mujeres, como lo es la nuestra. El problema se pone cuando esas jóvenes que decidieron vandalizar las estatuas de Luis Carlos Galán —nadie entendió bien por qué— no dedicaron ni un cartel, ni pintaron un solo grafiti en el Ministerio del Interior, en donde despacha el hombre más poderoso del Gobierno Nacional, denunciado por violencia de género. Tampoco pasaron por la sede de RTVC, entidad dirigida por quien es señalado de acoso laboral, por mencionar solo unos ejemplos de la incoherencia. Y así, tal vez aupadas por colectivos más poderosos, guiados probablemente por hombres, lo revuelven todo con la inmediatez política, ya no desde el materialismo histórico que ha sido motor de un activismo menos básico, sino con formas poco modernas que individualizan imágenes, tal y como lo hace el otro extremo, aquel feminismo pop o neoliberal, dirían algunos, que esas mismas mujeres desprecian, seguramente.

Esgrimen un enredijo de razones que se entrelazan con panfletos enmarañados, pero con una sola táctica bien definida: dañar bienes ajenos e imponer narrativas caducas, porque lo público, al ser de todos y todas, no les pertenece, y las ideas, si son de unas pocas, no logran enviar mensajes colectivos que sí tienen el poder de exigir y reivindicar derechos universales.

Alguna vez una de mis sobrinas me dijo algo sabio: “No puedes no ser feminista solo por el hecho de haber nacido mujer, en un mundo que nos apabulla”. Efectivamente, con los años, he comprendido que se trata de supervivencia, si no física, seguramente emocional desde lo personal, pero sobre todo desde una dimensión colectiva que no puede de ninguna manera llamarnos a la misma violencia y barbarie de las que hemos sido víctimas.

Así que no nos confundamos: en un mundo como el de estos días, inmerso en una guerra cultural en la que se están revisando revisionismos y retrocediendo conquistas trascendentales, se equivocan esas mujeres que siembran desorden confundidas entre sus reales reclamos personales y aquellos colectivos que se desvanecen entre gritos y violencia; se equivocan también los hombres y mujeres que las aplauden, convirtiéndolas en instrumento de sus propias venganzas políticas. Esto solo profundiza la crisis del feminismo.

Cristina Carrizosa Calle

Por Cristina Carrizosa Calle

Abogada egresada de la Universidad de los Andes, con experiencia de más 25 años como consultora y asesora tanto en el sector público como en el privado. Fue asesora de la Presidencia de la República, diplomática y directora de organizaciones que emprenden proyectos de alto impacto social. Columnista y panelista radial
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yo(59753)14 de marzo de 2025 - 03:50 p. m.
Todas las que protestan están equivocadas, o manipuladas, porque no se manifiestan como yo quisiera. Es fácil enarbolarse como jueza moral de un movimiento cuyas dinámicas se desconocen.
Olegario (51538)13 de marzo de 2025 - 10:17 p. m.
Excelente aclaración.
Oscar Bernal(5340)13 de marzo de 2025 - 08:53 p. m.
Los reclamos personales son reales, los colectivos son gritos y violencia, dogma puro y duro, lo individual es justo, lo colectivo es peligroso.
  • Mar(60274)14 de marzo de 2025 - 04:37 a. m.
    Lo que dice no tiene sentido, lo individual no se ve, la gente unida es la que logra los cambios. Las mujeres unidas logramos más cosas que una sola apabullada por el machismo que las respeta, ni las valora.
Mario Giraldo(196)13 de marzo de 2025 - 07:45 p. m.
La violencia hay que condenarla, no solo cuando es sobre la mitad de la población. Al mencionar únicamente las cifras de violencia contra las mujeres, da a entender que la violencia contra los hombres es normal o justificada. Silencio guardan de la violencia familiar de las mujeres contra los hombres, o de los abusos físicos, psicológicos y verbales de mujeres contra hijos y hombres.
  • Oscar Bernal(5340)13 de marzo de 2025 - 08:54 p. m.
    este es mucho macho !!
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