Con el voto a la Alcaldía de Bogotá, que no solo es el centro político y administrativo de Colombia, es mucho lo que nos jugamos. Bogotá la habita el 21,7 % de la población colombiana y la ciudad aporta el 26.7 % del PIB del país. La pobreza guarda estrecha relación con la seguridad y por eso es una de las principales preocupaciones de los bogotanos. El “Bogotá Camina Segura” de Galán, no es un eslogan cualquiera. Significa que su programa de gobierno logra articular los problemas de la ciudad alrededor de la seguridad y al final da un empujón a la economía. Una Bogotá más segura verá más inversión, mayor gasto de los ciudadanos, negocios prósperos y, por ende, menos pobreza.
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El tema de la seguridad no puede ser abordado solo desde lo policial. Hay que enfrentar causas –lo que toma tiempo– y tener un proyecto de ciudad que lo enfrente de manera transversal. Los eslóganes resumen bien los programas de los candidatos con mayores posibilidades. Oviedo, tercero en las encuestas, habla de “cabeza y corazón”; ese es su eslogan. Lo que cualquier gobernante debería tener: lucidez para gestionar bien y la empatía para comprender las necesidades de los bogotanos. Buen contrincante, pero verde aún, porque Bogotá es una ciudad complicadísima con la que hay que lidiar no solo desde lo administrativo, sino conociendo los entramados de la política. Galán lleva 15 años metiéndole cabeza al estudio de la ciudad en ya tres campañas por la Alcaldía, trabajando desde el Concejo y como senador y cuenta con la seriedad suficiente como para prometer continuidad en lo que ha dado resultados. El progreso de las ciudades se debe en buena parte a no frenar políticas públicas que funcionan. Continuar con programas como las Manzanas del Cuidado o el proyecto del metro, por dar algunos ejemplos, es garantía de desarrollo.
Por su parte Bolívar, el candidato del presidente Petro, pretende que “Reescribamos la historia de Bogotá”, es decir, 485 años. Lamentablemente no podrá borrar una de sus más recientes páginas, el “estallido social” en el que, con su apoyo a la llamada “Primera Línea”, contribuyó a uno de los episodios de violencia más difíciles de los últimos años en las principales ciudades del país. Votar por el candidato del gobierno es darle el visto bueno al último año que ha vivido Colombia en términos de seguridad y economía.
Yo le apuesto a que estas elecciones se definan en primera vuelta por Galán porque, a pesar de la guerra sucia que le han montado, el bogotano es un votante serio. Por una parte, la derecha comprende que Galán tiene un programa impecable en seguridad, que es lo que más le preocupa, y la izquierda, madura ya, se da cuenta de que el tan cacareado “cambio” no llega a su barrio. Ambos sectores parecen coincidir en que la moderación, el aplomo y la ponderación son necesarios en un país tan polarizado. Hay de dónde escoger, para bien de la democracia. Evitemos la segunda vuelta, que no solo es un desgaste que alarga la guerra sucia que estamos viendo en ciertas campañas, sino que nos cuesta un dineral. No le demos más vueltas a esto y votemos por quien, con compostura, ha demostrado poder guiar bien los destinos de Bogotá.