Si alguien dice, y uno lee, que la institucionalidad en su más alta expresión, Presidencia de la República, en cabeza de su jefe, es “más poderosa que la Oficina de Envigado”, el desprevenido o avisado lector que algo non sancto ha oído decir de la tal oficina de… infiere de una, silogismo y conclusión al detal, que quien se arriesga con esa rotunda proposición conoce de facto las andanzas, o tratado, negociado, estudiado, investigado, relacionado y viceversa con una o ambas de las partes en comento.
Y si así no es, quien sea el que dijo, afirmó, lanzó ese volador loco, se anticipó con las suyas de bengala a medio alumbrar esta Navidad, también medio apagada por la baja intensidad de la popularidad y el fervor que, entre sus devotos de niño recién bienvenido al futuro, registra en las encuestas de sus primeros 100 días el predestinado Iván Segundo.
Para salir con esas, debe ser muy severa la alergia que está causándole tan arrebatada piquiña a Luigi, así se llama el travieso y buen muchacho que lanzó el volador, tan de la confianza e intimidad de su amigo Presidente de la República, para que apenas iniciado el reinado de Iván II venga a salir con el tiro de regadera de la “oficina de Envigado”, y el “servilismo castrense” por “desfilar por La Habana saludando a Raúl”, y otros perdigones que también hicieron diana en el blanco de los cacaos de su tierra y los de otras, pero igual de poderosos y determinantes en la elección de su paisano nacido en Bogotá.
Porque eso de enrostrarle la vergonzante e infamante condición de “serviles” a las FFAA, que ellas son los militares a los cuales pordebajeó, no es de poca monta ni lo merecen quienes velan leales las armas de la institucionalidad que hoy, ayer y siempre, les ha servido y prodigado todo tipo de reconocimiento a los privilegiados y predestinados por el poder para regentar y usufructuar los destinos de Colombia desde la que, digamos por ofuscamiento, Luigi califica de peor que la “oficina de Envigado”.
Que en los tiempos del embrujo autoritario entraran y salieran por las puertas falsas de la Casa de Nari… ño, y a espaldas de su ilustre y prorrogado inquilino, como por las de las suyas “oficinas”, indeseables visitantes de publicitadas “agencias”, son accidentes verbales en modo y tiempo conjugados en aquellas calendas, y para nada en el presente del recién concluido nobel que tiene tan confundido y alérgico al novel asesor y consejero.
Y si así es al comienzo, ¡ehh, avemaría!...
Pero de cuanto a más de uno no deja de causar extrañeza la alusión desobligante para con los militares proveniente de alguien de las purísimas entrañas del Gobierno y del Presidente Duque, es que por pilatunas verbales de menor cuantía los castrenses de otros tiempos hacían sonar sus cimitarras oxidadas para producir el consabido “ruido de sables” que daría en llamar al orden y dar de baja de por vida en la nomenklatura, si era del caso, al imprudente que osaba mancillar el honor, pundonor y deslustrar los soles de tan egregios servidores de la patria.
A menos que ya los sables no sean de uso en esta era virtual o la civilidad, enhorabuena, le haya ganado al chafarote, lo cierto es que esta vez el ruido de aquellos en el cinto de estos, no se ha dejado oír al interior ni al exterior de los cuarteles, no obstante el ignominioso ultraje que, a las espaldas de su comandante supremo, recibieron de quien de frente y con compás mar le habla y aconseja.
Y en cuanto a los cacaos, corresponderá a la ANDI, o a la Cámara de Comercio de Bogotá, responder al injuriante si sus “muñecos en la vitrina gobiernista de Cuba”, se sintieron aludidos y menoscabados en su buen nombre y reputación, o simplemente hacen mutis por el foro para no interferir con las promisorias oportunidades de negocios que nos depara la isla de Cuba.
Y en lo relacionado con los periodistas con “estudios avanzados en chismografía y difamación viperina”, la oportunidad no puede ser más calva para afinar y aplicar en el petardista que los graduó de chismosos y viperinos, los avances y conocimientos adquiridos en el arte de la especialización conferida.
* Poeta.
