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Sincelejo, ofendido y humillado

Cristo García Tapia

20 de septiembre de 2018 - 12:00 a. m.

La capital del departamento de Sucre necesita con carácter urgente asumirse y proyectarse como la ciudad-región que, erigiéndose en articuladora del desarrollo y crecimiento regional, sea dispensadora de la dinamización que este modelo de planificación urbana y territorial proyecta y genera integralmente en la totalidad del territorio que la compone.

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Y es que aquí, en Sincelejo, converge todo ese espacio geográfico, humano, ambiental, económico, cultural e identitario que conforma la muy definida región sabanas del departamento de Sucre, y las subregiones que en su conjunto integran su jurisdicción administrativa y política, contribuyendo en doble vía a las dinámicas humanas, económicas, sociales, institucionales y culturales que, aunque precarias e inerciales hoy, nos alumbran y convocan a sus ciudadanos a transformar las potencialidades de una y otras en el mañana inmediato.

A conformar una entidad urbana ideal, la ciudad-región, que se convierta en la fuerza impulsora de un crecimiento económico sostenido e inclusivo, que fomente el desarrollo económico local y regional, la generación de empleo en los diferentes niveles de las unidades de producción y empresas establecidas en el territorio conformado como tal, e interconectada con los mercados y centros de oferta y demanda de bienes y servicios susceptibles de motivar nuestro interés y provisión.

En su largo discurrir de 50 años como capital del departamento de Sucre, Sincelejo ha sido “marginal”, hija bastarda del departamento de Sucre, excluida sin razón ni justificación alguna de los planes de desarrollo departamental (PDD); de las políticas públicas para sus municipios; de los programas, proyectos y presupuestos de infraestructura y equipamiento urbano, y de cuanta inversión hubiese podido beneficiarla por derecho propio, en su condición de unidad administrativa y política, municipio, dependiente del ente departamental, para contribuir de manera efectiva y continua a su crecimiento, progreso y desarrollo.

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Nunca, en ningún gobierno, ningún gobernador de Sucre, y todos, han sido negados de sus deberes para con Sincelejo, ora como municipio, el más importante de su jurisdicción, ya como la ciudad capital del departamento que les tocado en suerte, o ¿mala suerte?, gobernar, administrar o cualquier otro fin que los haya animado a “prestar su desinteresado y patriótico concurso”, a la tierrita que los vio nacer, a algunos.

Y ninguno, todos, a Sincelejo, la otrora promisoria tierra del futuro, la ciudad surcada de caminos que la llevarían a figurar entre las de mayor desarrollo, progreso y crecimiento económico, social, cultural y humano, entre las del Caribe y Colombia.

Lástima, y lastima el alma de los sincelejanos, que tal imaginario de 50 años no se haya concretado y que aquellos que tenían el deber de acometer los emprendimientos, acciones y transformaciones que los harían visibles, cuantificables y medibles en desarrollo y crecimiento económico, social y humano; en expansión y transformación urbana, espacial y ambiental; en infraestructura para el mejoramiento de la calidad de vida e inclusión de sus ciudadanos, apenas si haya sido eso: el imaginario vago de un destino de grandeza, de oportunidades factibles, que les quedaron grandes a quienes tenían el imperativo de acometerlas.

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Corresponde entonces a la historia, y el tiempo es llegado, imponer la reparación y compensación debidas a Sincelejo y a Sucre, a los ciudadanos que estoicos han soportado el fardo abrumador del desamparo y el desentendimiento del departamento de Sucre para con el municipio de Sincelejo, su capital.

Por eso, en mi condición de sincelejano y sucreño humillado y ofendido como ustedes mis conciudadanos, los convoco a todos, desde esta tribuna humanista del pensamiento libre y autónomo que es El Espectador, a emprender la cruzada por el resarcimiento y la reparación debidas que nos imponen nuestra dignidad y nuestros derechos suplantados.

¡Atrevámonos!

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* Poeta.

@CristoGarciaTapia

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