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Christine Café-Restaurante

D. Buenavida

21 de noviembre de 2009 - 01:04 a. m.

La dueña de este nuevo sitio es Christine Blanche, a quien deben recordar como una de las propietarias de Le Poivre, un restaurante bogotano de antaño.

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Operó en varios sitios, el último de los cuales estaba ubicado en la carrera 5ª con 72. Christine, el nuevo restaurante, ofrece prácticamente lo mismo que sirvió Le Poivre en los últimos 20 años, o sea unos 20 platos, la mitad de los cuales aquí se consideran, todavía, ‘comida francesa’. El sitio está arreglado estilo Bistrot, con 12 mesas. Cabe anotar aquí que la comida francesa es muy dinámica y en Francia los chefs, aun de los Bistrots, constantemente están brindando nuevos platos, conceptos y técnicas culinarias. La creatividad allá es cualidad  ponderada de un chef.  Si no hay creatividad en tantos años, por lo menos deberíamos esperar un producto de preparación impecable. Infortunadamente, como veremos, este no es el caso de Christine. Además, los precios son tan altos como los de los restaurantes más comprometidos.

La carta (los precios en ésta no incluyen IVA) está compuesta así: cinco entradas de $10.800 a $16.500 sin IVA. Seis sopas, alrededor de $11.000. Cinco pastas, las tradicionales de los menús bogotanos: la boloñesa y alguna con mariscos alrededor de $16.000 y cuatro ensaladas. Seis carnes  a $23.000 más IVA. Están los infaltables. Filete miñón a la pimienta y a la mostaza de Dijón. Siete pescados, a $35.000 más IVA. Tres aves y seis  postres  alrededor de $11.000. Además, siempre hay tres o cuatro platos del día.

Nos fuimos por los platos del día: de entrada prosciutto  y melón. Champiñones en salsa de queso gruyère (es una especie de salsa mornay). Platos fuertes: goulash a la húngara con arroz y Plato alemán. El prosciutto dejaba mucho que desear, estaba seco y, por supuesto, muy lejos del famoso de Parma. Mis sospechas es que no es italiano (¿tal vez venezolano?), aunque lo vendan como tal. El melón dulce y bien escogido, algo no muy común en Bogotá. Los champiñones estaban excelentes. La salsa de queso es realmente una especialidad en este restaurante y su antecesor. Es suave, aterciopelada y bien balanceada. Fue el plato del día. El goulash a la húngara nada tenía que ver con los complejos sabores de buena páprika y yogur del plato húngaro. La carne, aunque es difícil imaginar cómo lo lograron, eran unos pedacitos secos y la salsa hostigante. El Plato alemán estaba compuesto por una chuleta de cerdo, un poco seca, con mostaza de Dijón, y una salchicha buena y de una conocida carnicería bogotana. La acompañaba un muy buen puré de papa y un chucrut aceptable. Tampoco es un plato hecho con cuidado irreprochable, como decíamos al inicio. Acompañamos todo con una ensalada de lechuga y tiritas de zanahoria con una buena vinagreta. De postre pedimos un mouse de chocolate, aceptable, pero no era “algo especial”. El Apple strudel bueno, pero tampoco sobresaliente. La creatividad no es el fuerte del restaurante.

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Aquí la comida, dijéramos, es apenas aceptable, sin mayores atractivos gastronómicos, pero sobre todo sin sorpresas agradables, y los precios… altos.

Calle 100 N° 19-61. Local 1. Tel.: 635 3625 - 635 3601.

secomebienaqui@gmail.com.

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