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Es un restaurante localizado en Usaquén que funciona desde hace un año y medio.
Sus dueños son un rumano, Andrei Farkas (con trayectoria en Bogotá como chef) y un portugués, Luis De Matos. El sitio está sencillamente arreglado en dos pisos, es acogedor y agradable. La asistencia muestra un éxito grande. La idea es ofrecer una variedad de platos de los países de la olla mediterránea. Los hay griegos, italianos, turcos, marroquíes, españoles, rumanos, entre otros. Muchos ingredientes son importados: quesos, arenques, carnes curadas italianas y chorizos españoles.
La carta presenta 17 entradas frías con precios entre $13.000 y $39.000. Aquí encontramos varios carpaccios, boquerones, mejillones, sprats y otras delicias. Diez entradas calientes con precios entre $12.000 y $29.000, ensaladas y sopas. Hay berenjenas a la parmesana; en platos griegos y balcánicos, pulpo al ajillo. En platos principales tenemos 13 carnes: de res, cerdo, ternera y conejo con precios de alrededor de $32.000. De “Aves” tenemos cinco platos con precios de $25.000 a un pato de $49.000. Cinco a siete pescados y mariscos: atún fresco, salmón y pescado del día. Varios arroces con un arroz Matos portugués creación del dueño. En fin, es una carta muy seductora, diferente a lo que comúnmente encontramos en Bogotá. Se nos hizo la boca agua y nos lanzamos a enfrentar la realidad, es decir, la ejecución de lo ofrecido.
Iniciamos con “sprats”, pescaditos de los mares del norte de Europa, vienen enlatados como Riga Sprats. Estaban deliciosos, servidos con rajitas de pimentón. Lamentamos no tener un mejor pan para acompañarlo, el de la casa no da la talla. También como entrada, esta vez caliente, pedimos “Burrata funghi”. Es una mozarela auténtica de búfala, calentada en su propio suero, excelente textura, inmersa en una exagerada cantidad de crema de champiñones y sobre un portobello. Nos pareció malo el desequilibrio entre la deliciosa mozarela y la pócima de hongos. Como plato fuerte pedimos “pollo de anyuka”. Es un guiso de pollo con mucha páprika, tomate y otros vegetales: fue la estrella de la noche. Estaba acompañado de un puré de papa gratinado. Es un plato recomendable. El bacalao salado y seco es un plato muy abundante en la dieta portuguesa y en las provincias del noroeste español. En Lisboa se encuentra en platos desde regulares hasta de excelente culinaria. Cuando encontré en el menú un plato llamado “Bacalao Lisboa Antigua” recordé las delicias probadas en Lisboa y me dije este es el mío. Esa ilusión terminó en un verdadero desastre, era un pescado desabrido sepultado en puré de papa, que ni siquiera a bacalao sabía.
De postre pedimos “tarta tin”, que son manzanas caramelizadas sobre un círculo de hojaldre. Estaba aceptable, pero un poco empalagoso.
El balance es: poco para la expectativa que crea una carta tan sugestiva y con todo el brillo de la maravillosa comida mediterránea, aunque sea sólo para presentar en el menú. Pero creo que vale la pena una vuelta a probar mejor suerte.
Carrera 6A N° 119B-05Secomebienaqui@gmail.com
