Es bien sabido y muchas veces comentado que Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. Es también conocido, aunque mucho menos comentado, que esa desigualdad se expresa en diferentes esferas, una de ellas, entre hombres y mujeres.
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El más reciente libro de los destacados economistas Luis Jorge Garay y Jorge Enrique Espitia, titulado “Economía política de la división sexual del trabajo en el capitalismo. En torno al uso del tiempo y la pobreza de tiempo en Colombia” y publicado por Planeta Paz, explora de manera muy novedosa esa realidad, sustentado en el tratamiento econométrico de microdatos de encuestas oficiales.
La primera parte del texto está dedicada a la reproducción social, es decir al conjunto de procesos biológicos, sociales, económicos y culturales que realiza una sociedad para garantizar su existencia y pervivencia. Estas dinámicas fueron ignoradas por las teorías tradicionales de la economía. Para Carlos Marx, la reproducción social quedó relegada a una dimensión del trabajo improductivo que no hace parte de la producción y acumulación de capital, donde se genera la plusvalía. Esta mirada es compartida desde otra orilla ideológica, el liberalismo clásico de Adam Smith, para quien la esfera privada también era excluida del terreno de lo productivo.
Pero Garay y Espitia se inspiran en obras, casi todas realizadas por mujeres, que han cuestionado este pensamiento. Desde la polaca Rosa Luxemburgo hace más de cien años, hasta las feministas de finales del siglo pasado y comienzos de éste, como la estadounidense Nancy Fraser, así como los estudios pioneros en Colombia de Cecilia López acerca de la economía del cuidado.
A partir de esos avances, Garay y Espitia desarrollan la realidad de la reproducción social, que no se limita a las labores de cuidado, sino que incluyen los oficios del hogar, trabajo por lo general no remunerado. Sus reflexiones no solo se ocupan de lo teórico, sino que se sustentan en evidencias empíricas, que arrojan unas conclusiones contundentes. Por una parte, las mujeres participan en menor proporción en el mercado laboral, pero a la vez, las que sí participan, ganan menos que los hombres. Por otra parte, cerca del 80% del trabajo doméstico no remunerado es realizado por mujeres. Si se remuneraran las labores del cuidado y los oficios del hogar por un salario mínimo legal, ese trabajo tendría un valor monetario equivalente al 22,6 % del PIB. Asimismo, casi el 70% es aportado por personas en situación de pobreza o vulnerabilidad monetarias. La discriminación, por tanto, no solo es de hombres frente a mujeres sino de las mujeres de clases media y alta frente a las mujeres pobres y vulnerables.
La segunda parte del libro aborda otra dimensión igualmente fascinante: la pobreza no sólo debe medirse en términos monetarios sino en el uso del tiempo, es decir la pobreza de tiempo. Las mujeres que realizan el trabajo de cuidado y los oficios del hogar que son remuneradas, trátese de empleadas domésticas o enfermeras, también, al llegar a sus casas, deben cumplir tareas no remuneradas. Es así que el tiempo que pueden dedicarle al descanso, al ocio o actividades educativas es prácticamente nulo.
Garay y Espitia además de estudiar la división sexual del trabajo desde la óptica de clase y género también se adentran en otras dimensiones tales como lo racial y lo territorial. De hecho, este texto se inspiró en gran medida en el comentario que hizo Francia Márquez en el lanzamiento del libro anterior acerca de la importancia de reconocer la diversidad étnica, racial, social y geográfica de las colombianas cuando se abordan temas relacionados con las mujeres.
La pandemia no solo puso en evidencia lo esencial que son el cuidado y los oficios del hogar y el papel central que cumplen las mujeres, sino que profundizó aún más los patrones de discriminación. La elección y próxima posesión de una mujer negra que nació en la pobreza como vice-presidenta de Colombia no solo tiene un valor simbólico invaluable, sino que abre una oportunidad histórica. La creación del Ministerio de la Igualdad que ella liderará tendrá la tarea de diseñar y poner en práctica la arquitectura institucional del Sistema Nacional del Cuidado, establecido en la ley 1413 de 2010, que fue promovida por Cecilia López y Gloria Inés Ramírez en el senado y Ángela María Robledo en la cámara, que quedó incorporado en el plan de desarrollo tanto del gobierno de Santos como el de Duque, pero que no aún no ha sido implementado.
El libro de Garay y Espitia, que se puede descargar gratuitamente de la página web de Planeta Paz, es novedoso por tratarse de dos hombres incursionando en un campo trabajado casi exclusivamente por mujeres y que se alimentan de los debates entre feministas neoliberales y radicales transformadoras. Sobre todo, ofrece una sustentación empírica para la elaboración de políticas públicas de vital importancia para uno de los países más desiguales del mundo, en el cual las mujeres pobres y vulnerables son de lejos las que más llevan el bulto.
* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director de Planeta Paz.