La visita del presidente Gustavo Petro a Washington esta semana tiene un inmenso significado histórico y es reflejo del buen momento que vive la relación entre Colombia y Estados Unidos, que acaba de cumplir 200 años. Pero, sobre todo, es una gran oportunidad para definir una nueva agenda binacional.
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Petro se encontrará por primera vez con el presidente Joe Biden. En la política internacional, las relaciones interpersonales son fundamentales. Y en el caso de Colombia y Estados Unidos han tenido especial relevancia. La química entre Andrés Pastrana y Bill Clinton produjo el Plan Colombia, las montadas a caballo de Álvaro Uribe y George Bush engendraron el Plan Patriota, la cooperación entre Juan Manuel Santos y Barack Obama creó Paz Colombia y la sintonía ideológica entre Iván Duque y Donald Trump, pues, mmm, intentó tumbar a Nicolás Maduro.
A primera vista Petro y Biden son muy diferentes. Petro fue guerrillero y es de izquierda mientras que Biden ha sido un político del establecimiento demócrata toda su larga vida pública. Pero tienen más en común de lo que aparentan. Si bien Biden proviene del sector moderado del Partido Demócrata, ha gobernado con un programa mucho más progresista ganándose el apoyo de figuras emblemáticas de la izquierda estadounidense como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez. Por su parte Petro ha acudido al pragmatismo y está gobernando con destacados centristas como José Antonio Ocampo. Lejos del radicalismo antiimperialista que algunos pregonaban de convertir a Colombia en una nueva Venezuela, desde los primeros días de su gobierno, incluso antes de la posesión, ha mantenido encuentros continuos con diferentes estamentos del gobierno estadounidense.
Por otra parte, Biden conoce Colombia. La ha visitado varias veces, primero como senador, siendo su apoyo al Plan Colombia determinante, y luego como vicepresidente, en respaldó a los diálogos de paz entre el Estado colombiano y las Farc.
Pero, sobre todo, los dos presidentes tienen prioridades programáticas coincidentes e intereses políticos compartidos. Sin duda el asunto de mayor relevancia para ambos es el medio ambiente y el cambio climático. Para Petro representa el eje central del Plan Nacional de Desarrollo “Colombia: Potencia Mundial de la Vida” y detener la deforestación de la Amazonas es una prioridad para Colombia y el mundo. Por su parte Biden ha logrado la aprobación del paquete de inversión más alto de la historia para el desarrollo de energías limpias.
En el espinoso tema de las drogas también existen coincidencias entre ellos, a pesar de diferencias y dudas por resolver. Petro ha sido claro en afirmar que la política global antidrogas ha fracasado mientras que la administración Biden, en palabras del director de la Oficina de Política Nacional para el Control de las Drogas de la Casa Blanca, “está en una nueva era de la política antidrogas, que es holística, basada en ciencias, compasiva y centrada en las personas”. Pero, sobre todo, hay cambios profundos en el negocio de las drogas ilícitas que ameritan repensar las políticas. Para Estados Unidos, hoy la principal amenaza a la salud pública es el fentanilo, proveniente de México y China, superando a la cocaína colombiana, cuyo tráfico hacia Estados Unidos está en manos de carteles mexicanos que desplazaron a los colombianos. En cuanto a la marihuana, la legalización se abre paso en Estados Unidos a nivel estatal, así como en Colombia.
Hay temas que le interesan particularmente a Biden para los cuales el papel de Colombia es vital, como la migración. Por una parte, el número de colombianos intentando ingresar ilegalmente a Estados Unidos por la frontera con México se ha venido incrementando. La apuesta de Petro de inclusión social de poblaciones vulnerables e históricamente discriminadas en Colombia es esencial para que se queden en sus territorios y no migren al norte. Colombia es además un eslabón clave como lo evidencian las cifras alarmantes de migrantes ilegales de numerosas nacionalidades transitando por el Tapón del Darién. A la vez Colombia es ejemplo de políticas migratorias loables como el Estatuto Temporal de Protección para venezolanos.
Petro llega a Washington como presidente de Colombia, aliado estratégico de Estados Unidos durante décadas. Cuenta además con las credenciales de haber sido elegido popularmente y asumido el cargo luego de una transferencia pacífica del poder, una muestra de la solidez de la democracia colombiana en contraste con casos como Brasil y el mismo Estados Unidos. Comparte con Biden el compromiso con los derechos humanos. Petro también llega como un presidente latinoamericano, que, si bien no representa toda la región, sí ha ganado liderazgo, como lo demuestran las palabras del presidente chileno Gabriel Boriç en el perfil que escribió para la revista TIME, que designó a Petro como una de las 100 personas más influyentes del mundo, junto al propio Biden (más oportuno, imposible). Este encuentro Petro-Biden, que se realiza solo ocho meses de haber iniciado el gobierno, es sin duda fruto de la efectiva labor que viene cumpliendo el embajador Luis Gilberto Murillo ante el Departamento de Estado y la propia Casa Blanca.
El momento es doblemente significativo dado el hecho de realizarse en vísperas de la conferencia internacional sobre Venezuela que Petro ha convocado en Bogotá. Para Estados Unidos la transición democrática en Venezuela es asunto prioritario y por eso ha visto con buenos ojos los diálogos entre el gobierno y la oposición en México auspiciados por Noruega. Sin embargo, las relaciones con Maduro son un asunto de política interna bien complicada para Estados Unidos, que de hecho técnicamente sigue reconociendo a Juan Guaidó. Por ello la conferencia en Bogotá se convierte en escenario idóneo para revivir los diálogos a partir de los acuerdos alcanzados en noviembre de 2022 en México.
En Washington Petro tendrá igualmente la oportunidad de intervenir ante la sesión plenaria del Consejo Permanente de la OEA y en el Instituto de Paz de los Estados Unidos, USIP por sus siglas en inglés, podrá explicar y aclarar dudas frente a la “Paz Total”.
En tiempos de turbulencia mundial, con guerra en Ucrania, tensiones con China y el loco de Corea del Norte ensayando misiles semanalmente, a Estados Unidos le interesa mantener tranquilidad y evitar problemas en su patio trasero. Para ello, Colombia es imprescindible. Para nosotros, Estados Unidos es el principal socio comercial y aliado histórico. Los nuevos tiempos traen grandes retos, pero también oportunidades. El encuentro de Petro y Biden puede sentar las bases para una agenda binacional centrada en lo ambiental y climático, un nuevo enfoque de las políticas de drogas, democracia, derechos humanos e inclusión social y la migración, que reencauce la bicentenaria relación en beneficio de los dos pueblos.
* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director de Planeta Paz.