Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Se cumplieron 74 años desde ese primer 9 de abril que partió la historia de Colombia en dos. Ese día, el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán desató la ira popular y el estallido social en todo el país, como nunca antes ni después. Gaitán fue sólo uno de los centenares de miles de asesinados que a partir de 1946 constituyó el genocidio del movimiento gaitanista.
En esos trágicos años se encuentra el origen del conflicto armado que perdura hasta nuestros días. Manuel Marulanda tomó las armas en 1949 como campesino gaitanista para defender su vida y la de su familia frente a la persecución de la violencia estatal y quince años después fundó, con otros como él, las Farc. Rafael Rangel, líder gaitanista de Barrancabermeja, le tocó adentrarse en el monte para huir del Ejército del gobierno conservador y años después el grupo de sus hombres armados fueron cofundadores del Eln. Pero aún más significativo, en esos años se configuró un patrón de conducta por parte del Estado colombiano que combinaba el uso de fuerzas de seguridad oficiales (policía chulavita, la Popol) y grupos privados paraestatales (pájaros) para eliminar a la oposición política, que años después, en contextos distintos y con el ingrediente del narcotráfico, se reeditó como el paramilitarismo.
Hablar del origen del conflicto no es una cuestión del pasado o de los gomosos de la historia. Es un asunto vital para el presente, pero sobre todo para el futuro. Si no se habla abiertamente sobre el origen de un problema o un conflicto, y por tanto de su carácter, difícilmente se puede solucionar o resolver. Reconocer y recordar el cuándo, el por qué y el cómo empezó nuestra guerra interna es fundamental para poder algún día superarla.
Este 9 de abril tuvo un sentido especial por varias razones.
Fue el primero después de un fallo del Consejo de Estado que declaró culpables al Ministerio de Educación y la Universidad Nacional del daño al buen nombre de Gloria Gaitán, hija única de Jorge Eliécer Gaitán, y ordenó que se le garantice a ella y demás descendientes el derecho a entrar a la Casa Gaitán y visitar la tumba, Monumentos de la Nación. El triste espectáculo que es el Exploratorio, obra inconclusa en ruinas que le rinde honores al legado de Gaitán, proyecto ideado por Gloria Gaitán y diseñado por Rogelio Salmona, el más importante arquitecto colombiano, es una muestra fehaciente del crónico olvido estatal, lo que Gloria Gaitán, con razón, llama memoricidio. Es satisfactorio ver que por parte de la Universidad Nacional hay una nueva actitud que ojalá permita dejar atrás años de incumplimientos y maltratos.
Por otra parte, estamos a pocos meses de la publicación del informe final de la Comisión de la Verdad, que, como parte de su mandato, debe contribuir al esclarecimiento histórico. Este siempre fue una de las preocupaciones mayores de Alfredo Molano, QEPD, quien temía que, dada la inmensidad de las tragedias humanas de tantos años de guerra y violencia, se podrían ahogar en los ríos de testimonios de víctimas, sin abordar ni señalar con claridad el origen del conflicto.
Además, estamos en la recta final del desastroso gobierno de Duque, que afortunadamente no logró hacer trizas el Acuerdo de Paz, gracias al blindaje constitucional e internacional y porque “mi dios es muy grande”. Pero sí se dedicó a incumplirlo, desconociendo su carácter integral e ignorando sus aspectos más transformadores, como la reforma rural integral, la sustitución voluntaria de cultivos de uso ilícito y el desmantelamiento de los paramilitares, entre otros. Mientras tanto, los grupos armados organizados se han fortalecido y expandido, como lo señala el reciente informe de la Fundación Paz y Reconciliación.
Mucho trecho se ha recorrido desde aquel 9 de abril de 1948 y la reconfiguración del conflicto armado que estamos viendo hoy. Es impresionante observar como el legado de Gaitán perdura a lo largo de los años a pesar del sistemático memoricidio. Durante los paros nacionales de 2019 y 2021, su figura, con el puño elevado, apareció en pancartas, camisetas, murales y grafitis por parte de una juventud rebelde, los nietos y nietas de Gaitán. Los nueve de abril de hoy constituyen el Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado. Por tanto, debe servir para recordar a Gaitán por su vida y su obra más que por su muerte, pero, sobre todo, al pueblo gaitanista, aún presente gracias a sus descendientes y a miles de jóvenes que siguen buscando la restauración moral y democrática para Colombia.
* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director de Planeta Paz
