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Trump, DeSantis y Mickey Mouse

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Daniel García-Peña
23 de mayo de 2023 - 02:00 a. m.
"DeSantis pretende proyectarse como una alternativa elegible, un Trump sin el caos. Ideológicamente es tan de derecha o incluso más que Trump".
"DeSantis pretende proyectarse como una alternativa elegible, un Trump sin el caos. Ideológicamente es tan de derecha o incluso más que Trump".
Foto: EFE - Giorgio Viera
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Esta semana Ron DeSantis por fin se lanza a la presidencia. Desde el triunfo arrollador en su reelección como gobernador de Florida el pasado noviembre, se perfilaba como el principal contendor de Donald Trump para la candidatura republicana. Sin embargo, en ese momento decidió aplazar el anuncio formal, apostando a que Trump se desinflara.

En efecto Trump venía de capa caída. Su apoyo a varios candidatos tóxicos en estados claves en las elecciones del Congreso le costó al Partido Republicano la posibilidad de controlar el Senado. Esto sumado a ser el único presidente en la historia estadounidense con dos impeachments a su haber, derrotado en 2020 por Joe Biden por más de ocho millones de votos populares y 74 votos electorales y haber cerrado su presidencia tumultuosa con la toma violenta del Capitolio por sus seguidores el 6 de enero de 2021. Su estrategia de repetir la gran mentira de que el establecimiento le había robado las elecciones por ser el defensor del hombre común le permitió mantener el apoyo férreo de su fanaticada, pero en el electorado general el rechazo era cada vez mayor, perjudicando a los republicanos. A pesar de todo, Trump decidió lanzarse de nuevo.

DeSantis, por tanto, pretende proyectarse como una alternativa elegible, un Trump sin el caos. Ideológicamente es tan de derecha o incluso más que Trump. Se enorgullece de liderar la cruzada contra el supuesto adoctrinamiento por parte de la izquierda radical en la educación pública. Impulsó la Ley “Don’t Say Gay” (no diga gay), que prohíbe hablar de orientación sexual e identidad de género en los jardines infantiles y primeros tres niveles de primaria. Eliminó la enseñanza de la llamada teoría racial crítica en los bachilleratos arguyendo que estudiar la historia de la esclavitud enseña a los jóvenes a odiar a los Estados Unidos. Firmó una de las leyes de aborto más restrictivas del país. Y recientemente promulgó una ley que limita el acceso de los inmigrantes ilegales a hospitales y empleo y se hizo famoso por despacharlos a estados del norte gobernados por demócratas.

Como paladín de las llamadas guerras culturales, DeSantis ha cazado una pelea tremenda con nada más y nada menos que Walt Disney World, el parque de atracción más grande del mundo, con cerca de 60 millones de visitantes anuales, que desde los 70 goza de un estatus especial por parte el estado de Florida otorgándole autonomía en sus amplios predios como si fuera prácticamente un municipio. La disputa empezó cuando Disney, el principal empleador del estado con 75 mil trabajadores, se pronunció en contra de la Ley “Don’t Say Gay”. Para DeSantis, Disney, cuya sede principal está en California, la cuna de la izquierda radical, representa el establecimiento corporativo. En retaliación intentó quitarle el estatus especial, pero Disney logró prolongarlo a perpetuidad en una habilidosa jugada legal antes de que entraran en vigencia las nuevas medidas. Por ahora Disney va ganando el pleito.

Mientras tanto, en estos meses, Trump, en vez de desinflarse, se creció. Con la imputación criminal (única en la historia estadounidense a un expresidente) por parte de un fiscal de Manhattan por pagos a una ex estrella de porno, Trump se declaró víctima del establecimiento, recaudó diez millones de dólares para su campaña y alineó a los republicanos en contra del fiscal, incluyendo a DeSantis, que primero patinó y luego se sumó a los demás. Semanas después, otro juez neoyorquino le ordenó a Trump pagar cinco millones de dólares a otra mujer por acoso sexual y difamación, lo cual no afectó su ascenso en las encuestas. Convirtió una invitación reciente de CNN, que él calificó siempre como cadena encargada de trasmitir fake news, en una tribuna para disparar una ráfaga de mentiras de toda índole y, entre otras, prometer negociar la paz entre Putin y Zelensky a las 24 horas de ser elegido nuevamente presidente de Estados Unidos. Cuando la periodista intentó señalar sus inexactitudes, la calificó de “nasty” (asquerosa). Todo lo anterior bajo los aplausos estruendosos del público. En las encuestas más recientes, Trump aventaja ampliamente a DeSantis para la candidatura republicana y en algunas incluso le gana por poco a Biden en las elecciones generales.

La decisión de DeSantis de esperar hasta ahora para lanzarse ha sido cuestionada por los analistas. Además, se le adelantó otro contendor, Tim Scott de Carolina del Sur, el único senador negro republicano, que se suma a otros, como Nikki Haley, ex gobernadora de Carolina del Sur y ex embajadora en la ONU. Se dice que el ex vicepresidente Mike Pence también anunciará su candidatura. Para Trump, entre más se lancen es mucho mejor, pues dividen el voto en su contra. Si bien ninguno de los anteriores hasta ahora marca en las encuestas, DeSantis tiene el desafío de sobresalir como el único que puede competirle a Trump.

En vísperas del tan esperado anuncio, DeSantis tuvo otra sorpresa: Disney suspendió planes de construir un complejo de oficinas en Florida con una inversión de más de mil millones de dólares que generaría tres mil empleos. Ni corto ni perezoso, Trump le cayó encima a DeSantis cuestionando su falta de habilidad para negociar, perjudicando los intereses del estado donde él reside actualmente. La pelea con Disney le puede salir más costosa a DeSantis de lo que pensó. Con Florida tiene una relación especial por más de 50 años y Estados Unidos ama a Mickey Mouse. Más allá, la disputa refleja las guerras culturales que caracterizan la política estadounidense y el actual proceso electoral.

Las primarias republicanas iniciarán en febrero del año entrante y luego las elecciones generales serán en noviembre. Mucho puede suceder entre tanto, pero desde ya se vislumbran escenarios. Está por verse si la entrada formal de DeSantis a la contienda tiene algún un efecto disruptivo o si por lo contrario se sigue consolidando Trump como probable candidato republicano y por tanto posible presidente. Y sin duda una segunda presidencia de Trump sería mucho peor que la primera.

danielgarciapena@hotmail.com

* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director de Planeta Paz.

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Óscar(22193)24 de mayo de 2023 - 01:19 a. m.
Excelente por DeSantis y su apoyo a la política "no digas gay". Eso es un adoctrinamiento a los más pequeños, es en defensa de un crecimiento sano y libre de imposiciones
ANA(11609)23 de mayo de 2023 - 10:43 p. m.
Tengámonos de atrás. Si Trump gana, los países latinoamericanos, perderemos.
Carlos(64126)23 de mayo de 2023 - 10:41 p. m.
"...Ha cazado (sic) una pelea...", lo correcto es "...casado una pelea...", como lo señaló y reconoció, recientemente, don Fidel Cano, al referirse a errores en que incurren los redactores en este mismo periódico.
Alba(46837)23 de mayo de 2023 - 07:35 p. m.
Mickey Mouse siempre gana
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