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Tumbando estatuas, resignificando monumentos y construyendo memoria

Daniel García-Peña
22 de junio de 2021 - 03:00 a. m.

Hace años, estando en México, un colombiano compañero de viaje, anotó: “veo que aquí le erigieron una estatua a cuanto indio mató a un español, mientras en Colombia le hicimos estatua a cuanto español mató a un indio.”

He recordado su cínica y aguda observación en estos tiempos a raíz del debate desatado por los Misak, que el 16 de septiembre de 2020, subieron al Morro de Tulcán en Popayán y derribaron la estatua de Sebastián de Belalcázar, luego de declararlo culpable de genocidio y despojo, entre otros crímenes. El 28 de abril de 2021, el primer día del paro nacional, los Misak volvieron a tumbar otra estatua, del mismo Belalcázar, pero esta vez en Cali, y días después, la de Gonzalo Jiménez de Quesada en Bogotá. Su ejemplo fue replicado por jóvenes en diferentes partes del país, como en Neiva, donde fue derribada la estatua de Misael Pastrana Borrero y en Manizales, la de Gilberto Alzate Avendaño. También se intentaron infructuosamente bajar las estatuas de Cristóbal Colón y la reina Isabel de Castilla en Bogotá, que luego fueron retiradas temporalmente por decisión del Consejo de Patrimonio para salvaguardarlas.

El derribo de estatuas hace parte de un fenómeno mundial. A partir del asesinato de George Floyd en Estados Unidos en mayo de 2020, el movimiento Black Lives Matter tumbó más de 50 estatuas de figuras históricas que lucharon a favor de la esclavitud en la Guerra Civil. La práctica se propagó a otros países, como Inglaterra, donde la estatua de Edward Colston, traficante de esclavos, fue arrojada al agua en el puerto de Bristol. También fueron derribadas estatuas de Colón en varias ciudades estadounidenses. Esta cadena de protestas contra monumentos históricos dio paso a un importante debate público. Como resultado, más de 100 estatuas de esclavistas y más de 30 de Colón han sido removidas por decisiones de autoridades locales a lo largo de Estados Unidos.

Volviendo a Colombia, no siempre el derrocamiento de estatuas responde a razones históricas claras. En Pasto, por ejemplo, derribaron la de Antonio Nariño, no se sabe si por ignorancia política de su rol como defensor de la libertad y la igualdad o por la particular relación que Pasto tiene con la Guerra de Independencia. En Bogotá, las autoridades distritales retiraron la estatua del libertador Simón Bolívar del monumento de Los Héroes, lugar de concentración de las protestas, por daños estructurales causados por fuego en la base del pedestal, aunque no se sabe cuál fue la intencionalidad. En Popayán, también cayó una estatua de Francisco de Paula Santander, quizás por su traición a Bolívar. Por mi parte, no creo que las estatuas de Nariño, Bolívar o Santander deben ser tumbadas.

Otro es el caso del busto de Jorge Eliécer Gaitán, cuyo sencillo pedestal fue desmantelado, sobre la Calle 26, oficialmente denominada Avenida Jorge Eliécer Gaitán, en un lugar emblemático: justo en frente del sitio donde fueron enterrados en fosas comunes los miles de muertos del 9 de abril de 1948 y ahora se encuentra el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

En el marco del paro nacional, se observa que la figura de Gaitán, especialmente la imagen clásica con el puño levantado, ha estado presente en las calles, en pancartas y camisetas, adoptada por la juventud rebelde y popular como símbolo de lucha, que se resume en un grafiti de autor y lugar desconocidos, cuya imagen llegó por las redes: “somos los nietos de Gaitán”.

El anónimo desmantelamiento del pedestal fue la oportunidad para el colectivo #SomosLxsNietxsdeGaitán de hacerle saber a la ciudad que Gaitán sigue presente. El pasado 11 de junio resignificaron integralmente el monumento, vistiéndolo del tricolor nacional, quedando el busto de Gaitán en amarillo, como faro de luz en estos tiempos que tanto requieren la restauración moral y democrática de la república que él reclamó. Al pedestal le correspondieron por partes iguales el azul y el rojo, simbolizando la unión del País Nacional a pesar de sus diferencias. Se dio la feliz coincidencia que la plazoleta aledaña había sido escogida como punto de encuentro por la Guardia Albi-Roja Sur, barras del Santa Fe, realizando su propio mural de Gaitán, que hace más de 25 años hace parte central de su iconografía, y que trabajan con la alcaldía para la recuperación y embellecimiento del lugar.

Efectivamente, dice mucho acerca de un país y de una sociedad, a quiénes se recuerdan con monumentos y a quiénes no, como lo sugiere el comentario sobre México con que inicié esta columna. En Colombia, aún quedan estatuas por derribar, otras por recuperar, pero, sobre todo, muchas por construir. Nos faltan estatuas de Manuel Quintín Lame, María Cano, Benkos Biojó, Betsabé Espinel, Saturio Valencia Mena o el cacique Petecuy, como lo propusieron los Misak tras derribar a Belalcázar, entre muchos otros. En Puerto Resistencia, en Cali, miles de manifestantes inauguraron la semana pasada el Monumento a la Resistencia, obra de 12 metros de altura construida por artistas caleños de un puño en alto portando la palabra “resiste”, en homenaje a los jóvenes asesinados en el paro nacional.

Más allá de las estatuas, que, en últimas, sin contexto y con el olvido, terminan siendo simples cagaderos de palomas, los Misak han abierto en buena hora el necesario debate nacional en torno a los monumentos y los espacios de conmemoración. En medio del despertar ciudadano de las protestas y para avanzar hacia la verdad, el esclarecimiento histórico, la justicia, la reparación y la no repetición, esto nos brinda una fértil oportunidad como país para cuestionarnos acerca de quiénes somos, de dónde venimos, y, sobre todo, hacia dónde queremos ir.

danielgarciapena@hotmail.com

* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y Director de Planeta Paz

 

FerchoTR(61497)23 de junio de 2021 - 12:26 a. m.
Mejor murales que estatuas
Wilfredo(39595)22 de junio de 2021 - 11:32 p. m.
EXCELENTE Dr. García-Peña, no solo faltan estatuas por caer, si no otros conceptos y expresiones histórica que todavía hacen mella en nuestra sociedad. Ojala que a esos personajes que usted menciona algún día se la haga su reconocimiento
jairo(31960)22 de junio de 2021 - 10:01 p. m.
1. el nombre real es Puerto Rellena y asi seguira, 2. sera que ahora le quieren cambiar de nombre al pais por ser en honor a Colon?
Atenas(06773)22 de junio de 2021 - 03:33 p. m.
Barata retórica de otro indecente docente q' muere por vivir de la corbata tras siniestro sujeto, y cogidito de la mano con la mujer, así sea en fracasados mandatos y criminales actos. Eso, q' se le erija soberano monumento al vicio y la molicie de q' tanto hacen gala los mingosos, quienes por siglos incapaces son de levantar tan siquiera pobres cultivos de pancoger teniendo tierra por doquier.
  • FerchoTR(61497)23 de junio de 2021 - 12:27 a. m.
    De: Apenas Para: Apenas
  • jairo(31960)22 de junio de 2021 - 10:02 p. m.
    asi es
  • Duncan Darn(84992)22 de junio de 2021 - 07:29 p. m.
    Apenitas: ojalá te levanten algún día un busto en un plaza bien grande. Para verte la testa tapada de mierda de paloma, como realmente manifiestas ser.
UJUD(9371)22 de junio de 2021 - 03:16 p. m.
Ojalá se pudiera dar un buen debate. Sobre esos llamados conquistadores, sobre los "próceres" de la independencia y lleguemos a verlos como lo que en realidad fueron.
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