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2024: mala hora de la educación

Daniel Mera Villamizar

23 de diciembre de 2024 - 12:05 a. m.

Por Daniel Mera Villamizar

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No ha tenido suerte la educación en este gobierno. Primero, Alejandro Gaviria, en lugar de hacer valer su peso propio, quiso competir en alineación con las ideas del presidente, además de llegar sin una agenda de reformas. Renegó de los subsidios a la demanda, adoptó la meta populista y anti-técnica de 500 mil nuevos cupos en educación superior, avaló la gratuidad total ante el Congreso y abusó en la tributaria obligando a las universidades privadas a subsidiar la tasa de interés del Icetex. Gaviria aportó “pluralismo” al gobierno en salud, no en educación.

Lo que ha pasado después tiene relación con ese mal comienzo. La debilidad política del Ministerio de Educación se acentuó con la ministra Aurora Vergara, quien no tenía el vuelo ni el liderazgo para adelantar una agenda con lógica sectorial, en vez de puramente política o ideológica. En el primer semestre del año estuvimos empantanados en la discusión legislativa de la reforma estatutaria de la educación, que no era necesaria, pero servía para alimentar el discurso de las bases militantes del gobierno. La ministra hizo un acuerdo con las bancadas en la Comisión Primera del Senado, repudiado por Fecode y finalmente no respaldado por el Pacto Histórico ni el presidente Petro, lo que terminó en el hundimiento de la reforma.

El sainete de la Universidad Nacional de Colombia, que puso al descubierto la hipocresía de los defensores históricos de la autonomía universitaria (el Consejo de Estado dirimirá la legalidad del nombramiento de rector) y la politización del campus con la “constituyente universitaria”, con gran descrédito del gobierno ante la opinión, contribuyó a hacer insostenible a la ministra en el cargo.

Cuando el sector se preparaba para que el viceministro Óscar Sánchez, experto en educación, fuera designado ministro, el presidente Petro sorprendió con un no experto para pasar de un ministerio obsecuente, incapaz de resistirse a las malas ideas y prácticas provenientes del Congreso y Casa de Nariño, a un ministerio militante de ánimo sectario, fuente de malas ideas de política pública.

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Así, hemos tenido un segundo semestre con un ministro aprendiz que viaja a hacer política y a dar discursos para la galería petrista. En la misma onda del proyecto de ley que presentó de reforma de los artículos 86 y 87 de la Ley 30 de 1992, que comprometería $18,7 billones adicionales de transferencias a las IES estatales para más de lo mismo, sin que se haya negociado el desmonte del desangre financiero del Decreto 1279/2002 (remuneración salarial de por vida por publicaciones, en lugar de bonificaciones de una vez).

Y en la onda destructiva de cortar la financiación subsidiada de largo plazo del Icetex para que los bachilleres de estratos 1, 2 y 3 no puedan ir a IES privadas (tan denostadas por el ministro y el presidente por inquina ideológica), aunque tampoco logren ir a las IES estatales. Decrecerá la cobertura y hay decenas de miles de familias frustradas.

Mientras acomodaban la jornada laboral de los docentes al querer de Fecode, ¿qué tanto habrá mejorado la educación con los $12 billones nuevos del presupuesto de 2024 (el sector no tuvo recorte)? El control político también deja que desear.

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@DanielMeraV

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