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¿30.000 o 60.000 nuevos cupos en educación superior este año, ministro?

Daniel Mera Villamizar
30 de enero de 2023 - 05:01 a. m.

O de cómo una meta arbitraria puede afectar la calidad y reproducir lo que se debe cambiar.

A la salida de la reunión en Casa de Nariño con el presidente y los rectores de las universidades públicas, el ministro de Educación anunció que el Sistema Universitario Estatal, SUE, “se comprometió a generar de manera inmediata, en este año, 60.000 nuevos cupos de educación superior”. “Este año” significa “en el segundo semestre de 2023″ porque la matrícula del primer semestre ya ocurrió.

A su vez, el presidente del SUE publicó: “se ampliará la oferta en 30.000 cupos por semestre, es decir, 60.000 al año, para un total de 210.000 nuevos jóvenes que construirán un mejor futuro desde el saber en el cuatrienio”. El rector Jairo Torres está contando siete semestres desde 2023-II hasta 2026-II, es decir, 30.000 nuevos cupos este año, no 60.000.

El detalle, más que mostrar cómo se sucumbe a la tentación de inflar las cifras, nos recuerda que se está manejando esta conversación pública como si el público no supiera aritmética básica: si la meta son 500.000 cupos y el SUE se compromete con 210.000, ¿de dónde saldrán los restantes 290.000 cupos? La idea era “encandelillar” con los “60.000” este año (porque 30.000 sonaba muy poquito), pero el efecto fue desnudar la cuesta arriba de la meta improvisada de 500.000.

El ministro no anunció un próximo encuentro en Casa de Nariño con Ascun o los rectores de instituciones privadas para ver cómo aportan a la meta, así que sigue desmintiendo en la práctica lo que afirma en el discurso. Dice que valora que el sistema de educación superior sea mixto, pero actúa como si no lo fuera.

Dice que “las miradas quizá demasiado ideológicas muchas veces terminan haciendo daño” (refiriéndose contextualmente a la reforma de la salud, y se le reconoce que esté abriendo esa puerta para irse por no compartir la “utopía regresiva” de la ministra Corcho), pero aceptó presidir una política educativa que, por principio, sin mediar “conocimiento y conocimiento práctico”, descartó algo tan elemental como valerse de la otra mitad del sistema, negándole igual legitimidad y valor social, que los tiene.

Es obvio que al forzar su meta con el SUE, al llevarlos a generar de “manera inmediata” una cantidad sustancial de nuevos cupos, va a afectar la calidad y a reproducir una parte de la oferta que no es pertinente o que tiene saturadas ciertas áreas del mercado laboral. El ministro reconoce que muchas carreras tienen que repensarse, pero eso no importa si se trata de cumplir la meta política.

El presidente del SUE lo ha dicho de manera gráfica: derogar una norma del aseguramiento de calidad para pasar de 40 a 60 alumnos por salón. “Se incrementarían 20 nuevos cupos por programa (son 1.500 programas de pregrado), sin que eso implique mayores inversiones, lo cual permitiría un incremento semestral de 30.000 nuevos cupos en condiciones de calidad y pertinencia”.

Sin presión política, los rectores de las universidades públicas no estarían pensando estas medidas atropelladas y anti-técnicas. No se aumenta la capacidad física de los salones por arte de magia, ni la infraestructura tecnológica y la conectividad para tener a un tercio de los alumnos de modo virtual, ni se encuentra a los nuevos estudiantes con las competencias mínimas requeridas así no más, ni se puede aumentar en un tercio la carga docente sin afectar la calidad de la enseñanza, ni se consiguen nuevos profesores asistentes idóneos a las volandas. En fin.

El reformador extraviado pretende estresar al sistema por una meta arbitraria que lo llevará a cometer errores, a asumir riesgos y a reproducir cosas que se deben cambiar. Dar mayor acceso a la educación superior puede hacerse también con innovaciones en la oferta, que claro, no se estructuran de “manera inmediata”.

Con más imaginación, de la que reclama, se podría abrir semestre cero para nivelación, ofrecer ciclos básicos comunes por áreas de conocimiento y familias de profesiones, y dar certificaciones de competencias con demanda bien pronto, antes de que los jóvenes estén listos para escoger una carrera específica, que por cierto algunas deberían durar tres años (que le pregunten al profesor Víctor Manuel Gómez por los politécnicos que nos servirían). Y dizque el cambio se basa en dos reformas de ley para tener más recursos. Probablemente hasta superaría su meta de 500.000 nuevos cupos en un verdadero cambio.

El problema es que si alguien acepta un “dogma ideológico” que le prohíbe pensar ampliamente, la imaginación se le cercena. Porque está fregado si le toca buscar soluciones con un solo tipo de instituciones y no puede hacer acuerdos con otras, aunque habla de la importancia de “hacer acuerdos en la sociedad”.

Este cuenta como Visor 2 de los 500.000 nuevos cupos en educación superior.

@DanielMeraV

 

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