Hace dos semanas sorprendió esta noticia oficial: “Mineducación cumple su compromiso en Arauca para la creación de una universidad en el municipio de Saravena”, que reseñaba la participación del viceministro de Educación Superior en una comisión del gobierno que visitó el municipio.
Sorprendió porque la Universidad Nacional de Colombia tiene sede de presencia nacional de Orinoquía en Arauca desde 2005 y el sentido común indica que, en lugar de crear una universidad desde cero, resulta más seguro y práctico “construir sobre lo construido”.
Tame, uno de los siete municipios del departamento, aspira desde hace años a una “universidad rural”, pero en la conversación ha aceptado que la solución es un nodo de la UNAL. La rectora Dolly Montoya puso unas condiciones presupuestales, al parecer ya cumplidas, y el alcalde y el presidente del Concejo le están pidiendo cita para concretar el nodo.
Tiene todo el sentido. La UNAL puede ver qué formación dar en Tame con calidad, enganchar a otros bachilleres con las seis carreras que ofrece en el campus en la capital, Arauca, y atraer a más con el acceso preferencial a cupos de 81 pregrados de las sedes andinas. Es aprovechar y fortalecer lo que ya existe.
El campus en Arauca tiene 500 mil metros cuadrados, casi 16 mil construidos. El departamento le ha destinado $14.000 millones de regalías para infraestructura, lo que ayuda. El Ministerio de Educación asignó recursos adicionales el año pasado para las sedes de presencia nacional de la UNAL. Es un gran proyecto, al que convendría sumar a la ESAP y al SENA, en un departamento geoestratégico para Colombia por la frontera con Venezuela.
Lo que no tiene sentido de conveniencia nacional es ofrecer una universidad nueva en Saravena, un municipio de 65.000 habitantes, según el DANE, en vez de la posibilidad de un nodo de la UNAL, sin especificar sus características, porque estas no se definen al calor de reuniones para ganar aplausos.
La educación superior de calidad requiere escalas notables de recursos físicos, tecnológicos y humanos bajo una organización compleja de consolidación lenta, algo que pasa por alto la versión populista de la estrategia de “La Universidad en tu territorio”. Están ofreciendo “universidad” donde no podrá ser de calidad porque no hay conectividad y porque los buenos profesores no querrán viajar hasta allá.
El orden sería tener buenos colegios en los lugares complicados donde prometen universidad, y enviar a los bachilleres, con su sostenimiento, a estudiar donde están las buenas universidades. En el caso de Arauca, a estudiar en la capital del departamento (a tres, cuatro o cinco horas de transporte), sea ciclo completo del pregrado o dos semestres de tránsito hacia Bogotá, Manizales, Palmira o Medellín.
Por un lado, asumen que es fácil crear educación superior de calidad en cualquier territorio; y por el otro, que los jóvenes no quieren salir del territorio a estudiar. Si se pensara en ampliar el horizonte de vida de un estudiante, lo que debe hacer la secundaria de calidad, y en ofrecerle una solución financiera y justa para el sostenimiento en la universidad, a cambio de una retribución real para la entidad territorial, la estrategia de ampliación de cobertura no sería igual.