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“Decálogo reformista” para un nuevo elector del cambio de Petro

Daniel Mera Villamizar

06 de junio de 2022 - 12:00 a. m.

Alejandro Gaviria publicó hace ocho años unas reflexiones de las que se alejó.

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Dijo Alejandro Gaviria que cree que “con salvedades y preocupaciones en algunos temas, Gustavo Petro representa la opción de cambio más responsable, institucional y liberal”. Aunque el exrector está ahora en el ámbito político, vale la pena evaluar sus palabras en el sentido más honesto intelectualmente, una cualidad que disminuye de modo inevitable en la política.

“Cambio” es una noción más binaria, de cero a uno o viceversa, que continua (que admite 0,5, por ejemplo). Por eso hay una enorme diferencia, espiritual en primer lugar, entre quienes hablan desembozada o entusiastamente de “cambio” y quienes se sienten más cómodos hablando de “reformas”.

Los espíritus liberales tienden a concebir el “cambio” como el resultado acumulado de reformas, con frecuencia graduales e inciertas. Los espíritus revolucionarios o fundacionales son capaces de prometer cambiar “200 años” en cuatro años. Para ellos, íntimamente, las reformas (graduales) pueden impedir el “cambio” o ser un engaño.

Gaviria creía que “el reformador debe rechazar la disyuntiva falsa entre un sistema injusto y corrupto que no puede mejorarse y otro racional y armonioso que ya no habría que mejorar. El cambio social no es cuestión de todo o nada, es cuestión de más o menos” (punto 3 del decálogo). Ahora, políticamente no nota la pertinencia de sus palabras de antes.

La imperfección de las instituciones y del hombre que aceptan los liberales con resignación, para los fundacionales no es un obstáculo en sus propósitos. Confían en que hay un instrumento o medio suficientemente poderoso para lograr el cambio. Si no creyeran eso, no prometerían tanto.

Y, además, la concepción binaria les hace creer que solamente tratarán con la imperfección de una de dos categorías de habitantes de la sociedad (la de aquellos culpables de la situación de los que buscan representar). Hay variadas clases o subclases sociales, evidentemente, pero la narrativa no refleja la mixtura de la sociedad.

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Sobre la fe en un instrumento omnipotente, Alejandro Gaviria advertía en 2014: “El reformador debe combatir dos formas extremas de dogmatismo: la primera postula que el Estado (o la estatización) es la solución de todos los problemas; la segunda, que, directa o indirectamente, el Estado es la fuente de todos los problemas”.

No hay que preguntarle a Petro qué rol le asigna al sector privado en la salud y la educación, por ejemplo. Gaviria confiesa que le “preocupa la posición de Gustavo Petro sobre la salud. Nuestro sistema hay que fortalecerlo, no acabarlo”. Así perciben él y los demás que saben del sector, el “cambio” en la salud.

En la educación, dice que “garantizaremos una educación pública, gratuita y de calidad, desde la primera infancia hasta la universidad”, cuando la oferta de la que disponemos es mixta, estatal y privada.

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Aquí caben estas palabras de Gaviria hace unos años en el “decálogo”: “El reformismo permanente, continuo, basado en el conocimiento práctico de los problemas, es siempre más eficaz que el reformismo ocasional y utópico, basado en concepciones ideológicas y en objetivos grandilocuentes”.

Para este “objetivo grandilocuente”, se promete dar “el salto de 4 a 14 billones de pesos anuales en el presupuesto de educación para extender la educación superior a toda la juventud”. Es decir, todavía faltaría el incremento de recursos para educación inicial, básica y media. Al caudillo del “cambio” le preocupa poco la financiación.

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El exrector habría dado antes una buena explicación: Petro parece no ser “consciente de una asimetría fundamental: el poder del Estado es mayor para redistribuir que para generar bienestar. Por ello, muchos reformadores terminan siendo árbitros de contiendas redistributivas, decidiendo qué grupo gana y qué grupo pierde pero no contribuyendo al bienestar de las mayorías”.

Hay que reconocerle, eso sí, que al menos en el vídeo no llamó “reformador” al caudillo.

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@DanielMeraV

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