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Los economistas preocupados que mandaron carta abierta podrían preparar borrador.
Sea que pase a segunda vuelta para competir con Petro el candidato de la Coalición Centro Esperanza o el de Equipo por Colombia, los matices o corrientes del centro terminarán uniéndose en su mayoría en el momento definitivo. La pregunta importante es cómo se unirán. Un mínimo de previsión parece recomendable.
Una adhesión sin condiciones por evitar el populismo de Petro no sería una buena manera. La estrategia electoral y la gobernabilidad política futura exigirían un acuerdo programático claro.
El asunto es que las coaliciones no tendrán tiempo de pensar en eso en medio del fragor de la campaña y convendría que le encomendaran preparar la tarea al grupo de economistas que la semana pasada publicó la “carta abierta a candidatos y precandidatos a la Presidencia”.
En su decálogo, el Centro Esperanza dice que “estamos convencidos de que Colombia debe dejar atrás los extremismos de izquierda y de derecha que nos impiden encontrar el camino de las reformas que necesita el país”.
Y la coalición Equipo por Colombia (centroderecha) está en el plan de no admitir al candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, que es moderado, pero representa al partido que se dejó demonizar como de “extrema derecha”.
Así que están de acuerdo en eso por ahora políticamente: ni con Petro ni con Uribe. Los de Equipo por Colombia no han sacado todavía su declaración programática conjunta, pero por su composición se puede anticipar en lo esencial.
Los de centroderecha están más inclinados a desobedecer “la primera regla de la política”, según Thomas Sowell. “La primera regla de la economía es la escasez. Nunca hay suficiente de algo para satisfacer plenamente a todos aquellos que lo deseen”, y añadió de modo divertido: “La primera regla de la política es hacer caso omiso de la primera regla de la economía”.
A los economistas de la carta les preocupa “que tenemos una situación fiscal precaria: un endeudamiento público superior al 64 % del PIB, que requiere acciones inmediatas para mitigar los riesgos de una crisis”.
También plantean que “el próximo gobierno tendrá que generar ingresos tributarios muy superiores a los que hoy se recaudan a nivel nacional: apenas 14% del PIB antes de la pandemia, a pesar de que el gasto público a nivel nacional llegaba ya a 20 % del PIB (sin incluir servicio de la deuda)”.
Sobre esas dos premisas es posible el diálogo entre las dos coaliciones del centro, pues en general sus integrantes las comparten genuinamente. Cuestión distinta es que logren emocionar o convencer al electorado con una propuesta de país que sea fiel a sus premisas y principios.
Hay, sin embargo, otra poderosa razón para acudir a los servicios de estos economistas: ir más allá de lo que ellos dicen, en al menos un punto.
“Enfrentar los retos requiere enormes cambios económicos e institucionales, que sólo podrán ser realidad con un gobierno visionario, audaz y creativo, que sepa ganarse el apoyo del sector privado y de la ciudadanía, y que aproveche la experiencia y el conocimiento acumulados por numerosas personas y entidades que ven factible la creación de una sociedad menos desigual y más próspera”.
El punto es que “un gobierno visionario” no bastaría para la agenda de reformas. Se requiere una coalición amplia con vocación de largo plazo que compita cada cuatro años por mantener el rumbo de las reformas, que no se pueden comenzar todas en un periodo presidencial.
Esa es una “tarea monumental” de ingeniería política, social e institucional que se puede beneficiar de la sapiencia y el tiempo libre de algunos economistas en uso de buen retiro.
