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Los audios clientelistas de Racero y la politización del Sena pueden ayudar a adaptar los modelos de Brasil y Australia.
Tal vez asistimos estos días a la demostración clamorosa que faltaba de las razones para reformar el Sena, gracias a los audios del congresista Racero y a la evidente desconexión de la institución con el mercado laboral. El Sena es un conglomerado de feudos, un gran botín de políticos clientelistas, incluyendo a sus sindicatos, con un presupuesto de cerca de seis billones de pesos, que poco le aporta a la productividad del país.
Que la comunidad de instructores y estudiantes del Sena no entienda que encarecer el contrato de aprendizaje es un tiro en el pie muestra que están lejos culturalmente del mundo empresarial. En realidad, buena parte de su oferta de formación no atiende demandas de las empresas y por eso sus egresados, dos tercios, terminan trabajando en otra cosa (Misión de Empleo, citada por Pablo Añez Held en un excelente reporte de La Silla Vacía).
En lugar de preguntarse por qué solamente el 30 % accede a contrato de aprendizaje, se muestran como una masa acrítica y politizada que quiere que obliguen a las empresas a vincularlos laboralmente y a pagarles más mientras están estudiando. Muchas empresas prefieren el castigo de la monetización (pagar más) a tener aprendices que no aportan valor. Así lo que van a lograr es profundizar el “descalce” entre los egresados del Sena y el sector productivo.
Normalmente, nadie se mete con el “partido del Sena”, ningún aspirante a la Presidencia se atreve a decir que se ocupará de un cambio a fondo en el Sena, pese a las evidencias de lo urgente que es ese cambio. Temen la acusación de querer “acabar el Sena”, cuando la propuesta debe ser transformarlo. Tal vez ahora sí sea posible tocar el tema en la campaña presidencial.
Hace 14 años sugería aquí mismo que debemos adoptar un modelo parecido al de Brasil: no un único Sena, sino tres, por grandes sectores. SENAI (Industrial), SENAC (Comercial, servicios y turismo) y SENAR (Rural). Anota Natalia Ariza que al director del SENAI lo nombra la ANDI (asociación de industriales) de Brasil. En Colombia las empresas contribuyen a la financiación del Sena y el presidente nombra a un político para que les dé puestos y contratos a otros políticos y saque a la calle a los estudiantes contra sus futuros empleadores.
Juan Camilo Chaparro y Darío Maldonado resaltaron en la Misión de Empleo (2022) la experiencia de Australia con su sistema de formación de competencias, y dentro de su institucionalidad, la agencia regulatoria nacional especializada que otorga registro y acreditación a la oferta de formación. Instituciones técnicas a cargo es lo que conviene a la economía productiva y a la inserción laboral de los jóvenes, un cambio que se debe poder hacer con los mismos cerca de $6 billones de hoy bien administrados.
Sin embargo, hoy la reforma del Sena no se puede diseñar aislada de la creciente oferta de educación técnica y tecnológica por parte de universidades de calidad, la red de establecimientos públicos de TyT, la llamada Formación para el Trabajo, la necesaria reforma de la educación media (grados 10 y 11) y, claro, de la estrategia de crecimiento alto y sostenido de largo plazo.
