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Un hilo de la historia detrás de esa esperada decisión del Consejo de Almirantes y Generales de la Armada de Colombia comenzó en un pueblito de la costa del Pacífico, al norte, en la frontera con Panamá.
De 17 Oficiales Superiores, el Consejo seleccionaría a cinco para el Curso de Altos Estudios Militares 2026, que conduce al grado de Contralmirante o Brigadier General. Ese día de deliberación de almirantes y generales, el 17 de octubre, volvía a tener connotación histórica para una minoría de suboficiales y oficiales. La frustración del año anterior todavía les dolía. Se trataba de si tendrían, por fin, un heredero legítimo del prócer naval, del héroe del cual emana la gloria de la Armada de Colombia por la victoria en la Batalla del Lago de Maracaibo, que en 1823 selló militarmente la independencia de Colombia ante la Corona española, en riesgo si se perdía esa batalla.
Un héroe, José Padilla López, al que la Armada durante largas décadas le desconoció un hecho que aparecía en cartas de Simón Bolívar: su sangre africana, su condición de mulato o pardo. En 2023, por el bicentenario de la batalla definitiva, la Ley 2334 lo elevó al grado único de Gran Almirante de la Nación.
La reivindicación histórica fue un paso necesario, pero ha faltado en dos siglos ver almirantes y generales como Padilla y el coronel Juan José Rondón (de la Batalla del Pantano de Vargas). Por eso la minoría de suboficiales y oficiales afrocolombianos no pasó un día tranquilo mientras deliberaba el almirantazgo.
Y entonces a las ocho de la noche se supo la decisión: el Capitán de Navío Jairo Eligio Orobio Sánchez pasaría de ser, tras 30 años de vida militar, el niño que esperaba con ilusión patrullajes de la Armada en su pueblito en el Pacífico norte, Juradó, Chocó, porque socorrían a los enfermos o traían energía eléctrica, a ser un Contralmirante de la Armada de Colombia, futuro Vicealmirante y Almirante. Por fin, uno de la saga del prócer naval, carajo.
Un hijo de humildes campesinos de Guapi, Cauca, que ha sido Comandante del Buque Oceanográfico ARC “Malpelo”, Jefe de Operaciones de la Fuerza Naval del Pacífico, Decano Académico de la Escuela Naval de Cadetes “Almirante Padilla”, Comandante del Buque Escuela ARC “Gloria”, Coordinador de Seguridad Marítima y Capitanías de Puerto y Representante Permanente de Colombia ante la Organización Marítima Internacional en Londres. Aprendió inglés de forma autodidacta, como buen hijo de una bachiller tardía que estudió enfermería por correspondencia.
Como exponía en “Primer general negro del Ejército”, no se trata solamente de un hecho simbólico. Detrás hay una realidad social porque la igualdad en una sociedad también se mide por la diversidad de orígenes entre los que prestan servicio militar y entre la alta oficialidad.
Por eso es significativo que junto con el Capitán de Navío Jairo Orobio “jugaran” sus pares Juan Francisco Caicedo Valencia e Ibis Manuel Luna Forbes (raizal de San Andrés), y que pasarán años antes de la posibilidad de un nuevo Almirante afrocolombiano, es decir, falta inclusión en la oficialidad de la Fuerza Pública, a la que le conviene tener más morenos desde la base hasta la cúpula, por legitimidad social y por eficacia.
@DanielMeraV
