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Órdenes ejecutivas de Trump cambiarán la relación de la embajada con grupos minoritarios.
El presidente Trump emitió varias órdenes ejecutivas que van a cambiar la relación de las embajadas de Estados Unidos con las sociedades nacionales en el mundo. Al poner fin a las políticas de “Diversidad, Equidad e Inclusión” (DEI) y de “ideología de género” en el gobierno federal, el Departamento de Estado no podrá seguir promoviendo en otros países lo que fue eliminado en el suyo.
La DEI, la justicia de género y el movimiento LGBTIQ+ están en el corazón del llamado pensamiento woke, que concibe la sociedad como un entramado estructural de discriminaciones e injusticias que deben ser develadas en cada momento, en nombre de los oprimidos, usualmente grupos e individuos con identidades minoritarias. La “culpa” de la sociedad es expiada mediante las discriminaciones positivas, lo que conduce a una conversación complicada entre la mayoría y las minorías.
Hasta que la mayoría se aburre de las acusaciones por injusticias del pasado y del presente, que no controlan, y vota por un candidato que promete acabar tantas distinciones de grupo y restaurar la igualdad ante la ley. Y ahí está Trump con unas órdenes ejecutivas que no permitirán una transición y ponen en evidencia errores de política de la embajada de Estados Unidos en Bogotá.
Error 1: en una batalla cultural, con claros visos políticos, tomó partido por la orientación woke, en lugar de fomentar el pluralismo, con lo cual impuestos de ciudadanos estadounidenses a lo largo de los años financiaron preferentemente grupos civiles de las corrientes ideológicas que llevarían a Gustavo Petro al poder.
Error 2: realizar una diplomacia pública sesgada, en términos simbólicos y financieros, hacia organizaciones de grupos identitarios, por el enfoque woke, descuidando el apoyo de la institucionalidad universal de las entidades territoriales, el sector privado y la sociedad civil, el poder real de la población a la que querían favorecer. Una canasta de amigos de Estados Unidos mal diversificada y gestionada, sobre todo porque en algunas de esas regiones hay alta producción de cocaína.
Ahora que se necesita una transición (para que el golpe no sea tan brutal y se construya un nuevo enfoque), esos errores van a pesar. Apostarle a una “esencialización étnica” de la población negra, por ejemplo, contrariando su tradición histórica por imposición multicultural y woke, para tratarla igual que a la población indígena, fue un error estratégico en términos de seguridad y control territorial. No notar la diferencia de la relación con la Fuerza Pública entre la población negra y la población indígena, y buscarse un segundo problema. Si no fuera por el programa de becas Vamos Sumando de State INL para fortalecer la participación en la Fuerza Pública, desde rasos hasta oficiales, habrían retrocedido.
Haber ido demasiado lejos en Estados Unidos con el enfoque “woke” produjo esa reacción radical, y los copietas acríticos de acá ahora van a saber en carne propia que ya no cuentan con la “validación” imperial y generosa de la Embajada. Los rectores harían bien en preguntar si están enseñando en sus universidades la “teoría de la interseccionalidad” como si fuera la Biblia. Una cosa tiene que ver con la otra.
