EL PRÓXIMO 8 DE MARZO SE CUMplen 4 años del asesinato de Óscar Salas durante una protesta de estudiantes en la Universidad Nacional.
Salas era un precoz escritor y radioaficionado de 20 años, estudiaba en la Universidad Distrital y murió cuando una esfera de cristal entró por su globo ocular derecho y se alojó en su cabeza.
Existen serios indicios de que Salas fue asesinado con un arma no convencional lanzada por el Esmad. La prueba más contundente es el testimonio de uno de los miembros del Esmad que estuvieron ese día reprimiendo la protesta. En una declaración a la Procuraduría, dada el 29 de enero de 2009, el ex patrullero relata que cuando el escuadrón se preparaba para salir a controlar la protesta, el Mayor Rafael Méndez les dijo: “Súbanse con todos los juguetes”. Los juguetes son cápsulas de gas lacrimógeno rellenas de canicas y explosivos, llamadas en el argot policial “recalzadas”.
Cuando Salas cae herido, según el testimonio, a los patrulleros les ordenan detener el uso de las “recalzadas”. Más tarde, cuando la muerte de Salas ya es noticia, el comandante operativo de la Policía, general Alberto Ruiz, manda a recoger las evidencias y ordena destruirlas en el basurero de Mondoñedo.
Después de la muerte de Óscar, su madre ha luchado para que se sepa quién lo mató. Por buscar justicia ha recibido varias amenazas a su vida. Entonces, de ser cierto que Salas murió por una “recalzada” disparada por el Esmad, la actuación de este escuadrón de la Policía Nacional incluiría la conformación de grupos de intimidación a los familiares de las víctimas de sus crímenes.
Se van a cumplir 4 años de la muerte de Salas y su caso sigue en indagatoria. La Fiscalía, que desde el principio reprodujo la versión de la Policial, según la cual la canica que mató a Salas salió de una “papa bomba” lanzada por los encapuchados que protestaban, ha rechazado la petición del abogado de la familia de trasladar el caso a la división de Derechos Humanos.
Porque no parece que el asesinato de Salas sea un homicidio cualquiera. Existen evidencias de uso de “recalzadas” para reprimir protestas de estudiantes en la UIS y de indígenas en el Cauca. Existen también evidencias de que cuando los familiares buscan justicia frente al abuso policial son amenazados, como le ha sucedido a Yuri Neira, el padre de Nicolás, el menor de edad que murió luego de una golpiza del Esmad.
¿Por qué la justicia no avanza cuando hay miembros de la Fuerza Pública involucrados? ¿Por qué si hay un testimonio de un implicado directo, recogido hace más de un año, el caso de Óscar sigue en indagatoria? ¿Quién amenaza a los familiares que buscan justicia en los casos donde la Policía está implicada? Estas son las preguntas que la madre de Óscar se ha hecho por 4 años. Su abogado le ha pedido ya al Fiscal General que la reciba para responderlas. Pero previendo cómo funciona la justicia en Colombia, la madre de Óscar nos invita a las afueras de la Fiscalía General, este 8 de marzo, para elevar una plegaria a cielo a la espera de que se haga justicia aquí en la tierra.