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Adiós a los escándalos y a los consensos

Daniel Ruge Chamucero

03 de abril de 2025 - 12:05 a. m.

¿Por qué ya no existen los grandes escándalos mediáticos que hacían rendir cuentas a los poderosos? Las denuncias con sustento, fruto del periodismo de calidad, parecen no abrir conversaciones a escalas tan grandes como las de antes. Las audiencias mayoritarias están fragmentadas y, ahora, el impacto de estos escándalos pone a los políticos entre la espada y la pared de la embajada que escojan.

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En un pasado no muy lejano los medios y las redes parecían un buen equipo. Las plataformas ampliaban las denuncias periodísticas y se abrían conversaciones por varios días. Las cascadas de titulares, las páginas de opinión con varios ángulos sobre el mismo tema, los memes abundantes, entre otros, son cada vez menos comunes. Las consecuencias sociales de las denuncias han mermado tanto que los poderosos ya no quedan en el ojo del huracán, sino en el ojo del viento de la Rosa de Guadalupe.

Vivimos en submundos donde tenemos escándalos, celebridades y chismes ajustados a la medida de nuestros sesgos. Esto sucede, en gran medida, porque los algoritmos de las redes determinan lo que predomina en nuestras pantallas. Tratar de informarse bien con redes sociales es una tarea compleja hoy, casi tanto como estar en la adolescencia y tratar de saber si somos bonitos preguntándole a nuestras mamás.

Sucede porque hay una sobreoferta de contenidos que desborda nuestra voluntad de escoger con criterio. Esa avalancha de datos genera una fatiga que, poco a poco, nos lleva a quedarnos con los mensajes más parecidos a nuestros pensamientos más básicos. Es como alguien que nunca aprendió a escoger aguacates maduros y, luego de haber abierto cientos que no estaban bien, prefiere rendirse y seguir comiendo ensaladas sólo de cebolla y tomate.

Nuestras democracias cada vez tienen menos debates colectivos o, ni siquiera, compartidos entre los submundos que mencioné. Esto puede llevar a que proliferen estereotipos; es decir, formas distorsionadas de ver, sobre la base de prejuicios, a quienes no hacen parte de nuestra burbuja. De hecho, el segmento de las plataformas que se llama “Para ti” realmente es una abreviatura de “Para tirarle hate a otros”.

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El problema es que cuando dejamos de compartir referentes colectivos, los consensos sociales esenciales se erosionan. Todo empieza con desacuerdos sobre asuntos sencillos, pero puede escalar a hacer inviables iniciativas necesarias. Por ejemplo, la de reemplazar la Constitución de Pinochet en Chile que fracasó tras dos intentos. De hecho, temo que en Colombia dejemos de estar de acuerdo en que uno de nuestros mayores aportes a la humanidad es la técnica para fritar un huevo dentro de una arepa.

La idea de que las plataformas digitales podrían aumentar el flujo de información que fortaleciera la democracia hoy está seriamente cuestionada. Pasaron de la promesa de conexión amplia a generar una realidad fragmentada en submundos que no se hacen concesiones entre sí. En otras palabras: nos pintaron pajaritos en el aire que resultaron siendo frustraciones en la nube.

@danielruge

Por Daniel Ruge Chamucero

Daniel Ruge ha sido ganador en dos ocasiones del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Es colaborador de 6AM Hoy por Hoy de Caracol Radio y de la Tele Letal. Es comunicador social y estudió una maestría en Derecho Internacional.
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