Hace poco revivió en Internet una conversación absurda sobre si 100 hombres desarmados podrían vencer a un gorila lomo plateado. La conversación digital se originó en burbujas muy masculinas, conformadas por usuarios que descreen del sistema democrático y se radicalizan cada vez más en términos políticos. Una muestra más de los delirantes tiempos que corren. La verdad, en este punto, la proeza no sería que el animal fuera vencido, sino que 100 tipos se pusieran de acuerdo para algo.
El mes pasado escribí una columna titulada “Adiós a los escándalos y a los consensos”, en la que hablé sobre cómo la fragmentación social nos impide ver una realidad común. Así que, en un mundo en el que las personas sólo escuchan sus sesgos, imagino que el grupo de machotes rápidamente se fraccionaría. Veamos: de los 100 hombres, 48 irían a enfrentar al gorila, pero terminarían votando por él. Conquistados por su pelaje, dirían en redes que él sí los representa, el líder que la nación necesita para lograr los cambios que el pueblo demanda y hacerla grande de nuevo.
Los restantes 52 irían a enfrentar al lomo plateado, pero en el camino se dividirían por una polémica. De un lado, 26 se retirarían porque en un pódcast explicaron que el gorila en verdad es una distracción globalista para pasar nuevas leyes en contra de los valores familiares. Del otro, los 26 restantes, acusarían de cobardes paranoicos a los desertores porque todo el mundo sabe que eso no es cierto, que realmente el gorila es muy fácil de vencer pues es un koala con un disfraz que le financió Soros… así que a por él, dirían.
20 de los que creen en lo de Soros luego explicarían que tienen un mejor plan. Se trata de uno que está en una pared de corcho con fotos unidas por hilos rojos: aniquilar al gorila poniéndole vacunas. Estos antivacunas lo inyectarían mientras duerme, con una contra el COVID, argumentando que podrán rastrear el cadáver gracias al chip que contiene. Desde luego, se irían sin cumplir la misión y contagiados de Ébola. Y otros 17 de ese grupo, de repente, pensarían que tal vez lo mejor no es aniquilar al animal, sino capturarlo y llevarlo a una megacárcel en El Salvador.
El sociólogo Samuel Perry, citado por el Washington Post y que ha estudiado fenómenos de este corte, señaló que estas fantasías les sirven a los hombres jóvenes para sentir que no han perdido poder. Sucede porque, como lo ha explicado la investigadora Julia Ebner, hay políticos radicales que les han mentido para hacerles creer que los avances en equidad de género juegan en su contra. Y a un paso de eso está la profundización de la crisis democrática… ¿Podrían 100 políticos moderados ganarles a estas distorsiones de la realidad?
Ah, eso sí, me faltó mencionar un grupito: unos seis tipos se metieron a acabar con el gorila porque hablaron bien de él en los medios tradicionales prepago. Vieron una nota que explicaba las asombrosas fortalezas que tiene el simio en un medio manipulador llamado Animal Planet.