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Generación de desgracias recientes

Daniel Ruge Chamucero

13 de noviembre de 2025 - 12:05 a. m.

Quien haya dicho por primera vez que todo puede ser susceptible de empeorar, jamás habría imaginado el abismo que tocó Colombia en noviembre de 1985. Y, sin embargo, esa tragedia ni siquiera fue el fondo. Vendrían luego años más terribles, como el de 1989 y todo el ciclo de violencia del conflicto armado en los noventa y la primera parte de los dos mil. Quien sea supersticioso pensará que los fundadores de la Patria nos legaron semejante suerte porque pasaron por debajo de escaleras, rompieron espejos o recibieron la sal en la mano.

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Aquel mes de noviembre de 1985 trajo primero la tragedia del Palacio de Justicia y, tan solo una semana después, la de Armero. En medio de este contexto, la Generación X estaba arrancando su esplendor. Hoy quiero hacerles un reconocimiento por su valentía y por haber crecido en ese entorno de desgracias más recientes. Y digo esto a pesar de que he afirmado que no tienen la autoridad moral para llamar “generación de cristal” a Millennials y GenZ, si su lucha más visible fue apenas por usar jeans rotos.

La generación que estaba apenas tomando liderazgo en la sociedad colombiana tuvo que ver, en menos de una semana, hace cuarenta años, cómo se redujo a cenizas el poder judicial y cómo un municipio entero fue arrasado. Hoy también se les llama la “generación sándwich” porque, si bien recibieron de alguna manera algún beneficio del siglo XX, hoy deben hacerse cargo del cuidado de sus padres y madres y, al tiempo, de sus hijos e hijas que no encuentran empleo o no les alcanza. A este paso, varios Millennials tendrían razón en identificarse en LinkedIn nada más como “CEO de herencia futura”.

Si nos ponemos serios, hay que decir que la dureza de lo que vivieron las personas jóvenes en los ochenta no fue una herencia de mala suerte. Más bien, un pico catastrófico producto de negligencia, cleptocracia y el rezago generado por la violencia sectaria que sigue atravesando generaciones. Salir a conquistar el mundo no debió ser fácil. Entre tanta incertidumbre, no les quedaba más que intentar buscarse la vida a punta de pragmatismo. Por eso, a muchos y muchas, no les quedó más que irse a trabajar delegando su paternidad y maternidad en un televisor con cable o parabólica.

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Las mamás que pertenecen a la generación X son mil veces más valientes. Mientras salieron empoderadas a trabajar, tuvieron que seguir siendo cuidadoras en casa. Las identidades de muchas ellas se perdieron entre sus roles del trabajo remunerado y el no remunerado en el hogar. Hoy muchas de ellas llegan a sus 60 o 70 años sin aficiones, sin saber qué les llena el espíritu porque se dedicaron a ser mamás que trabajaban… bueno, a excepción de su amor por Chayanne.

Querida generación X, aún les queda mucho, pero su legado ya se siente en la fuerza productiva que han sido. Quienes les seguimos en edad no somos de cristal, sólo producto de lo bueno que ustedes hicieron para evitar que viviéramos horrores como los de hace cuarenta años.

Por Daniel Ruge Chamucero

Daniel Ruge ha sido ganador en dos ocasiones del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Es colaborador de 6AM Hoy por Hoy de Caracol Radio y de la Tele Letal. Es comunicador social y estudió una maestría en Derecho Internacional.
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