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Las trampas de la meritocracia y la lealtad

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Daniel Ruge Chamucero
26 de junio de 2025 - 05:05 a. m.
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La meritocracia no ha cumplido con la promesa de reservarle los altos cargos del Gobierno a las personas mejor preparadas. No obstante, esa no es justificación para normalizar la lealtad como único mérito para llenar esas vacantes. Vivimos épocas en las que varios gobernantes del mundo, muchos hombres y autoritarios, buscan excusas retóricas para rodearse únicamente de gente que les haga caso y ese es un grave riesgo para la democracia. Veamos, ¿cuántos puntos se necesitan para ganarse un alto cargo en un gobierno autoritario de moda? Sólo uno: el punto final que va luego de “sí, señor”.

La promesa era que las y los mejores llegarían donde quisieran si se esforzaban lo suficiente, pero no nos aclararon que el punto de partida era muy distinto para todo el mundo. La manera de darle contenido a consignas vacías sobre igualdad de oportunidades es fortalecer los procedimientos de selección públicos con enfoques favorables a poblaciones históricamente discriminadas, pero no desaparecer tales mecanismos en nombre de una mayoría política. Y dejo claro algo que no dudo: muchas veces la meritocracia ha sido una revisión de títulos académicos, de manera específica, si el diploma tiene algún apellido que coincida con los de los amigos del presidente de turno.

Eso significa que el Estado tiene que garantizar que, incluso, como dijo el presidente colombiano, hasta los hijos de obreros puedan llegar a ser embajadores, si así lo desean. Sin embargo, el camino para ello no es bajar los estándares de la carrera diplomática sino promover a personas que han obtenido movilidad social y posgrados gracias a la universidad pública, entre otras. Por ejemplo, como Gustavo Bolívar que, como dice la canción de Tony Dize, tiene un gran conocimiento, mucho más que eso un doctorado, el corazón graduado en sentimiento por el presidente Petro.

Michael Sandel, autor de un libro titulado La tiranía del mérito, explica que la idea de meritocracia que nos hicimos en la sociedad es profundamente injusta. La percepción que tenemos es que el éxito es producto del talento y de un esfuerzo individual denodado, pero no es así porque aún hay privilegios que pesan mucho. Ello ha generado que quienes no logran alcanzar sus metas sientan el fracaso como culpa propia y, por esa vía, prefieren distanciarse de la sociedad y con ello crean fragmentaciones útiles al radicalismo. Atender esa inconformidad con premios políticos es castigar a una generación que pagaba las fotocopias con lo que ahorraba subiéndose a los buses por detrás.

Persistir en reivindicar el mérito, de la manera adecuada, no significa negar la desigualdad. Más bien, es resistirse a que el Estado de Derecho esté condenado a ser una máquina de favores que da como resultado a Alfredo Saade en la jefatura de Gabinete de Palacio. Los autoritarios se rodean de incompetentes fieles y lo justifican con alguna bandera justiciera para emocionar a la galería. Exijamos que los funcionarios cumplan requisitos básicos como haber visto matemáticas en la primaria, pues hoy están al mando varios que no entienden cómo funciona la suma, la multiplicación ni la división de poderes.

@danielruge

Daniel Ruge Chamucero

Por Daniel Ruge Chamucero

Daniel Ruge ha sido ganador en dos ocasiones del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Es colaborador de 6AM Hoy por Hoy de Caracol Radio y de la Tele Letal. Es comunicador social y estudió una maestría en Derecho Internacional.
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enriqueparra1978(84821)26 de junio de 2025 - 11:11 p. m.
Hablan babosadas cuando se trata de Petro, pero Duque nombró de ministros a unos don nadie. Muchos de ellos al final del gobierno no superaron la calificación de 1.5 promedio en calificaciones de uno a cinco. El de justicia, por ejemplo, y el de interior. Pero la revista semana los ha convertido en vedettes. Y nombró superindustria a quien la cargaba la maleta en la UTL. Y en supersociedades al yerno de Carlos Holmes Trujillo. Mucho mediocre, que lo llevaron al descalabro.
Noticioso(6975)26 de junio de 2025 - 09:59 p. m.
Este es el único paisucho donde una novata con un cartón de politóloga, cuyo único mérito profesional es haber sido la cargamaletas de soplacoca/chupatrago/buenavida Benedetti, es designada para manejar todo el Estado Colombiano. Y peor aún, donde ese gusano despreciable soplacoca/chupatrago/buenavida/comeerario Benedetti, cae hacia arriba por tecera vez(?!) dizque para ayudarle a Sarabia a "arreglar el país". Colombia tiene los presidentes, los políticos y corrupción que se merece.
Ulises20(10892)26 de junio de 2025 - 07:55 p. m.
Quienes ocupen cargos directivos en el estado, deben llenar unos requisitos exigentes en formación académica pertinente (aquí hubo un ministro de educación ganadero que en un paro preguntó cuántas cabezas estaban en la huelga); experiencia en administración pública; probidad comprobada y lealtad a los principios y pilares de un estado de derecho (no necesita y mejor que no lo sea, parcero del presidente). El personal operativo debe demostrar mérito en el hacer y en las competencias blandas.
Lalo Parrarro(70277)26 de junio de 2025 - 07:10 p. m.
Un escolar tiene mejores ideas que este imbécil. Les pagan por decir babosadas.
Mario Giraldo(196)26 de junio de 2025 - 06:26 p. m.
Te equivocas al afirmar que los altos puestos del estado deben ser adjudicados por merito. Esos puestos son politicos pues su función es implementar un plan de gobierno. Cuando votamos, lo hacemos por un equipo de trabajo. Por ende el presidente debe estar en libertad de asignarlos. El merito llega hasta los puestos operativos, la gente que se encarga de llevar y traer. Pues son los que tienen que conocer el como se hacen las cosas para implementar las politicas de los altos cargos.
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