Publicidad

Saber más

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Diego Aristizábal
24 de febrero de 2014 - 04:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Si usted supiera desde el embarazo que su hijo podría tener una predisposición a la violencia, al autismo, a la homosexualidad o a la depresión ¿lo tendría? Quizá muchos lo pensarían dos veces, cuando se espera un hijo los padres suponen la perfección, se cree en la “normalidad” así de entrada no sepamos con certeza lo que significa eso.

Me imagino cuántas madres creerán que llevan en el vientre el Anticristo sencillamente porque le dijeron que su hijo, genéticamente, podría ser violento. Ni qué decir del rostro de decepción de algún padre “recontramacho” que le anuncian que su hijo, el varón esperado, puede ser homosexual. La ciencia nos está llevando a que las hipótesis que antes muchos le dejaban al oráculo o a las adivinas, ahora tengan asidero científico, comprendamos mejor nuestra genética.

En una entrevista al periódico El Colombiano, Jason Pontin, quien abrió la segunda jornada de Emtech Colombia la semana pasada y anunció cuáles eran las 50 empresas más inteligentes y disruptivas de 2014, afirmó que la compañía más innovadora del mundo se llama Illumina. La razón es muy simple, esta organización ha desarrollado avances significativos para hacer más visible todo nuestro destino genético y saber cosas como las que menciono arriba. Si conocer el sexo de la criatura ha sido todo un avance tecnológico, aprovechar el mecanismo de copia fundamental de ADN con el fin de leer secuencias de un genoma humano, que es lo que hace Illumina, nos traerá interesantes retos para saber quiénes somos y qué queremos. Además, como dice Pontin, “podremos tener tratamientos terapéuticos más ajustados”.  

Estos no son tiempos para sostener el mito del buen salvaje, para decir que “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”, como dijo Rousseau. Estos son tiempos en los que, como dijo Antonio Vélez en ese libro maravilloso que es Homo sapiens, el hombre nace “malo” y a veces la sociedad lo mejora. “De cierta manera los genes son instrumentos para sacarle información al medio y almacenarla en el organismo”, agrega Vélez. Tal vez por eso conocernos mejor genéticamente nos ayudará a saber que somos más que una “tábula rasa”, como decía Locke.

Hace poco vi un programa en History sobre cuánto costaría este mundo si fuera a venderse. Después de enumerar cada cosa, además de saber que el precio del planeta es 6,873,951,620,979,880 dólares, se concluyó que para saber el valor real de la tierra debería incluirse un último recurso, uno al que sería imposible ponerle precio: la imaginación humana, ya que esta es la que nos ha permitido pensar y crear nuevos modos de vivir.

El ingenio del hombre ha sido vital para entender nuestro pasado y mirar hacia el futuro. Con la imaginación, este planeta cada vez vale más. Entonces ¿si la imaginación nos ha llevado a semejantes avances científicos por qué temer? El hombre necesita entenderse, saber cómo es; por eso, para mí, saber si mi hijo puede ser violento, autista o puedo tratarle con tiempo alguna enfermedad gravísima, más que asustarme, me maravilla.   

desdeelcuarto@gmail.com

@d_aristizabal

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.