Como la Selección Colombia, el país se hunde en otros cuatro años de lo mismo sin que casi nadie pueda evitarlo. Una tercera parte del país mira con horror buscando hacia dónde ir pero no sabe.
Desde lejos parecería ser la oportunidad perfecta para que la izquierda agrupara a toda la gente insatisfecha con la reelección pero, a pesar de estar en la recta final de la campaña, no aparece por ningún lado. ¿Qué pasa?
A pesar de los garrafales errores del Polo en la época preelectoral: de la elección de Dussan, el apoyo a Samuel Moreno, el voto por Ordóñez, decidir no marchar el 4 de febrero, la vergonzosa declaración de Gaviria cuando asesinaron a los diputados del Valle,entre otros, los dos candidatos del Polo tienen las capacidades políticas e intelectuales para sacudir el panorama electoral colombiano. Sin embargo, de Gaviria no se sabe si está en Colombia haciendo campaña, de viaje en Europa o disfrutando de un apacible retiro, mientras Petro, a pesar de un desgaste personal intenso, sigue apareciendo en medios más por temas coyunturales como la inmunidad de los soldados gringos o la reducción del censo electoral, que por su campaña. ¿Por qué?
Muchos del Polo dirán que los medios le hacen el feo a la izquierda y que prefieren cubrir los chismes de los quíntuples y las vanidades de los uribistas, que campañas programáticas y serias como las de Petro y Gaviria. Esto puede ser parcialmente cierto, pero la realidad es que la izquierda colombiana sigue utilizando técnicas electorales dignas de la edad de piedra y que ya sea por dogmatismo o por ignorancia, esas prácticas les salen caras electoralmente.
Las técnicas modernas de recolección de fondos, investigación electoral y publicidad política han demostrado sus bondades ampliamente como para que la izquierda colombiana siga haciendo caso omiso de sus lecciones. ¿Habrá contratado Petro encuestas que lo guíen en sus giras políticas alrededor del país? ¿Si un ciudadano común y corriente desea donar a la campaña de Carlos Gaviria, habrá algún mecanismo para hacerlo aparte de darle un cheque a Iván Moreno?¿Tendrán personas encargadas de informar a los medios de la agenda del candidato o de sus propuestas?¿Se habrán usado grupos focales para probar la efectividad de los lemas de campaña?
Parecería que no y evidencia de eso son los áridos lemas que las dos candidaturas presentan para la consulta. Tanto "Por un país decente" de Carlos Gaviria como "Acordemos el futuro" de Gustavo Petro son lemas abstractos, alejados de la cotidianidad de los votantes y sin la capacidad de provocar un vínculo emocional con los candidatos. Claramente los sugirió el candidato o alguno de sus asesores sin haber utilizado ninguna de las herramientas existentes para crear y probar mensajes efectivos.
Se quejarán en la izquierda que los grandes grupos económicos no apoyan a los candidatos que amenazan sus intereses, pero ¿habrán tenido las campañas de Petro y Gaviria estrategias de recolección de fondos, de identificación de potenciales donantes, eventos para recoger financiación o la disposición de crear espacios en sus páginas Internet o sedes de campaña para hacer donaciones? Carlos Gaviria, a hoy ni siquiera tiene una página de Internet.
Las campañas políticas no se deben volver banalidades comparables a la estrategia para vender jabones, pero es ingenuo creer que en el siglo XXI se pueden ganar unas elecciones presidenciales a punta de reuniones, discursos y volantes. Petro ha hecho un gran esfuerzo por desmarcarse de las prácticas de la izquierda tradicional pero parece que en estrategias electorales sus orígenes todavía lo traicionan. En cuanto a Gaviria, a lo mejor es mucho pedir que se modernice en esta etapa de su vida. Sin embargo, no deja de ser un escenario triste que un país que pide a gritos justicia social no pueda escuchar de una manera atractiva y eficaz a los candidatos que la ofrecen, porque siguen gritando "presente, presente, presente".
