Se la Fumó Verde

En el primer día de la creación Dios dijo “sea hecha la luz” y la luz quedó hecha.  En el segundo día dijo “haya un firmamento” y así quedó hecho.

En el tercer día dijo “haya lumbres en el cielo que separen el día y la noche “ y fue hecho así. En el cuarto día Dilian Francisca Toro dijo “se prohíbe vender cigarrillos sueltos” ¿y así fue?

Nuestros legisladores necesitan detenerse un segundo a pensar de verdad cuál es el impacto que puede tener la ley sobre la realidad y si de verdad el Estado colombiano tiene la capacidad de ejecutar cualquier tipo de ley que se les pase a los congresistas por la cabeza.

Me explico. Actualmente hace su curso por la Cámara un proyecto de ley antitabaco liderado por la Senadora DilianFracisca Toro  que tiene, sin la menor duda, las mejores intenciones.  El proyecto promueve la creación de zonas libres de humo, prohíbe cualquier tipo de publicidad para la venta de cigarrillos, prohíbe que las tabacaleras patrocinen deportes o eventos y prohíbe la venta menudeada   de cigarrillos. Dado que en Colombia hay alrededor de 5 millones de fumadores, que todos los años mueren 20.000 personas victimas de enfermedades relacionadas al consumo de tabaco y que el sistema de salud se gasta alrededor de 2.2 billones de pesos atendiéndolos, las medidas que restrinjan el consumo de tabaco son  bienvenidas. Eso es, si son sensatas, y el proyecto de la Senadora Toro tiene un bache muy grande en ese sentido.

¿Cómo pretende la senadora garantizar que los millones de vendedores ambulantes y los miles de tenderos que hay en Colombia no vendan cigarrillos sueltos ? ¿Los van a multar? ¿ Quién los va a multar? ¿Será que la Policía no tiene nada más importante que hacer que perseguir vendedores ambulantes porque venden cigarrillos sueltos?

Los resultados de la medida son bastante previsibles. Es posible que algunos vendedores de hecho no vuelvan a ofrecer cigarrillos sueltos, pero tomando en cuenta que es una practica tan arraigada, lo más posible es que la mayoría lo continúe haciendo, que el impacto sobre la salud de los colombianos sea nulo,  la policía pierda tiempo importante que podría estar dedicando a temas más urgentes y se dé pie para que ésta siga abusando de los vendedores ambulantes de una forma aún peor a como siempre lo ha hecho.

Pero la trascendencia de pasar normas  basadas en el deber ser sin tomar en cuenta sus implicaciones practicas va mucho más allá del tema de los cigarrillos. Por ejemplo el Estado colombiano considera que el aborto es indeseable y por eso lo hace ilegal. ¿Quién sanciona a las mujeres que abortan? Nadie; el número es demasiado grande y tendría unas implicaciones dramáticas para nuestra democracia. Resultado: la mayoría de las mujeres que quieren abortar lo hacen, pero en unas condiciones sanitarias nefastas que ponen su salud física y psicológica en grave riesgo.

Otro ejemplo. El Estado Colombiano considera que el consumo de drogas es indeseable y lo hace ilegal. ¿Quién castiga a los consumidores? Nadie; se llenarían las cárceles y tocaría escarbarle el armario a todos los colombianos. Resultado: los consumidores en lugar de comprar el producto a un expendedor legal se lo compran a criminales que se hacen millonarios con el negocio y tienen en jaque al país entero.

Y los ejemplos podrían continuar indefinidamente con el denominador común que el legislador que decidió convertir un comportamiento en ilegal nunca pensó qué implicaría llevar a la sociedad a ese estado ideal; tampoco consideró las consecuencias de mandar masas de colombianos a la ilegalidad. Es hora de que nuestros gobernantes se den cuenta que ni el congreso ni la Presidencia son el Génesis y que no basta con gritar algo y volverlo ley para que la realidad se adapte. Muy por el contrario ese hábito está llevando el país al Apocalipsis y bien haría Dilian Francisca en corregir un proyecto que, aparte de ese punto, es totalmente loable.