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Elegante comer con la mano

Doña Gula

06 de noviembre de 2009 - 09:52 p. m.

Nuestros parientes los orangutanes han comido, comen y seguirán comiendo con la mano. Nosotros los homo sapiens también comemos con la mano, pero desde hace siglos, entre las muchas herramientas que hemos inventado (toda herramienta es una prolongación de la mano), está el emblemático tenedor.

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Claro está que, según los especialistas, este artefacto sólo llega a manteles a principios de la Edad Media, permitiéndonos aseverar que, durante muchos reinos, los cubiertos preferidos del comensal antiguo fueron el cuchillo y la cuchara; sin embargo, una vez se acomodó el tenedor en su terreno, se convirtió en el vehículo principal para llevar los alimentos a la boca. Pero como la historia no es solo  la de la civilización occidental, necesario es reconocer que en otras partes del mundo  hasta la fecha se come con la mano, ello acontece en la enigmática India, en los países norafricanos de cultura árabe y en numerosas poblaciones aborígenes asiáticas y americanas.

En nuestra cultura occidental, comer con la mano no es un veto. He aquí un asunto en donde las reglas de etiqueta y cortesía se convierten en auténtico galimatías, sobre el cual intentaremos dilucidar algunos aspectos: sin lugar a dudas, la mejor herramienta con la que contamos es la mano y gracias a ella logramos saborear en su verdadera dimensión una cantidad de alimentos tanto en su estado natural como preparados; no en vano la sabiduría popular proclama “pollo y marrano son con la mano” pero es aquí donde se inicia la necesidad de aquello que denominamos personalidad y estilo, pues es a partir de la dimensión de los bocados, de la manipulación del alimento, de los gestos o muecas de satisfacción o repudio, que el acto de comer con la mano tiene su aceptación. Insisto: no todo el mundo sabe manipular y degustar unas doradas alitas de pollo, no todo el mundo logra saborear un langostino con cáscara y cola hecho a la parrilla, no todo el mundo sabe ganarle la batalla al elástico chicharrón. Ahora bien, es un hecho que todas la frutas en su estado natural son susceptibles de comerse con la mano y más ridículo se ve quien pretende comerse un banano con tenedor y cuchillo; es un hecho que la arepa, la alcachofa, la mazorca y el pescado frito se comen con la mano; pero también es un hecho que ante estos productos y otros tantos más que se dejan degustar con la mano, el comensal idóneo sabe agarrar, sabe tragar y sabe limpiar su boca sin exageraciones y con sutil elegancia, en otras palabras, hace un mínimo de esfuerzo histriónico para no parecer un orangután.

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