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Por: Valerie Cifuentes, cofundadora y directora creativa de Economía para la pipol
Hace poco hubo “revuelo” en X, o Twitter, porque el exdirector del Dane, Juan Daniel Oviedo, dijo que esta institución había cometido un error en la publicación del dato de pobreza de 2023 y que no se había corregido públicamente, indicando que la cifra fue más alta de lo dicho en su momento.
Y, obvio, eso desató la respuesta de mucha gente. La entidad dijo que sus publicaciones se hacen con rigurosidad y transparencia y la directora actual, Piedad Urdinola, aprovechó entre otras cosas para enviar una indirecta con “besitos estadísticamente significativos” a Oviedo (o bueno, así lo interpretó mucha gente en X).
Aunque sí vale la pena analizar qué pasó ahí (pronto lo haremos en detalle en Economía para la pipol), porque eso puede comprometer la credibilidad y confianza que tiene la ciudadanía en instituciones clave como el Dane, también vale la pena cuestionarnos otras cosas que pueden pasar desapercibidas y que tienen que ver con datos y el desarrollo de nuestro país:
¿Para cuándo datos del impacto del cambio climático en la pobreza? ¿Para cuándo la publicación de datos de economía del cuidado más frecuentes? ¿Para cuándo mayor inclusión de poblaciones segregadas en los datos nacionales?
Los datos cuestan, lo sabemos, alguna vez lo hablamos en entrevista con Stefan Schweinfest, director de la División de Estadística de la ONU, que nos contaba que uno de los problemas de los países en desarrollo para crear datos era la falta de recursos. Y aquí se necesita coordinar bien la plata pública del país, encontrar nuevas maneras de financiarnos y construir alianzas que ayuden a traer recursos al país para fortalecer la producción de datos.
“Los datos son poderosos, suelen ser muy valiosos, pero pueden ser peligrosos también”, nos dijo cuando le preguntamos sobre cómo evitar que haya sesgos en la recolección y entrega de datos. Y yo aprovecharía el desorden para decir que no solo pueden ser peligrosos los datos que se tienen, sino los que se dejan de construir, claro, bajo estándares de transparencia internacional.
Tener datos confiables, de poblaciones segregadas en las estadísticas nacionales y de fenómenos como el cambio climático y la pobreza, por ejemplo, puede ayudarnos a ver una realidad más profunda de nuestro país, sus desigualdades y tomar decisiones para buscar salidas a dichas problemáticas.
La pelea es peleando, dicen por ahí y deberíamos darnos la “pela” por mejores datos.
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