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Cada vez hay nuevas maneras de ser pobres y, aunque casi siempre nos fijamos en la pobreza por falta de plata, casi nunca nos fijamos en la que habla de la falta de tiempo y esa está que habla a gritos en Colombia.
Vivimos en una sociedad del cansancio, como diría el autor y filósofo surcoreano Byung-Chul Han, en la que, bajo la ilusión de ser libres de escoger qué hacer y qué no o cuándo parar, nos auto exigimos más. Y eso termina pasándonos una gran factura en lo físico y lo mental. En pocas palabras, esa es una de las críticas que hace el autor en su libro La sociedad del cansancio. Y lo curioso es que podríamos hacer una analogía de eso con el trabajo no pago, en las tareas del cuidado, donde entran actividades del cuidado del hogar o de otras personas.
Ahí, principalmente, las mujeres somos más pobres de tiempo, no porque no tengamos las mismas 24 horas del día, sino porque las destinamos en exceso a cuidar, lo que nos deja sin tiempo libre y de calidad para nosotras mismas.
Para hacernos una idea más clara de eso que les cuento, veamos los datos del DANE en la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (Enut). En Colombia, entre octubre de 2024 y marzo de 2025, las mujeres dedicamos en promedio siete horas y 35 minutos diarias al trabajo no pago por actividades del cuidado, mientras que los hombres destinan en promedio tres horas y 12 minutos, mucho menos que las mujeres.
Si lo revisamos por las actividades que más le consumen tiempo a las mujeres, en promedio, el top 3 son: el suministro de alimentos, el cuidado de menores de 5 años en el hogar y el cuidado físico de personas en el hogar.
Esos datos muestran que las mujeres terminamos teniendo casi dos trabajos, y uno de esos no es pago o reconocido de otras maneras. Según los datos del DANE, las mujeres trabajamos, en promedio, casi 14 horas diarias entre tareas pagas y no pagas, mientras que los hombres trabajan 11 horas al día.
Aunque los hombres también hacen tareas de cuidado y domésticas, por ahora esa sobrecarga cae principalmente en las mujeres que suelen terminar con mayor carga mental y agotamiento crónico, algo similar a lo que se expone en La sociedad del cansancio.
Y lo denso del asunto es que ese cansancio termina financiando el desarrollo de muchas otras actividades en el país y en el mundo. Si la economía del cuidado (trabajos de cuidado no pagos) fueran una actividad más de la economía nacional, sería la segunda más grande, la segunda que más aporta, después de lo que produce la industria manufacturera, al menos para datos de 2021, que son los más recientes del DANE.
Todo esto para decir que el cuidado puede ser elegido, pero sigue siendo un trabajo, que genera cansancio y que financia al país porque mientras hay alguien en casa cuidando de otros, esas otras personas pueden salir a trabajar o educarse y contribuir al país.
Por eso es clave reducir la carga de trabajo mediante servicios públicos, redistribuir las cargas en el hogar y con el Estado, recompensar o pagarlo y darle voz y voto a la gente que trabaja en esto.
*Directora creativa y cofundadora de Economía para la pipol.