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El presidente Petro, como muchos otros gobernantes, tiene una fijación con el Banco de la República. En un ejercicio rápido de búsqueda en Twitter (ahora X), Petro le ha dedicado al menos 35 extensos trinos a las decisiones que ha tomado el Banco de la República sobre las tasas de interés en lo que va de este año.
“La tasa de inflación se reduce señor Leonardo, acabando la especulación del gas y bajando la tasa de interés real de la economía”, le dice Petro al gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, en uno de los trinos de la semana pasada.
El debate entre la gente economista es quién tiene la culpa de la inflación, o sea, del incremento del costo de vida. Y, por supuesto, qué hay que hacer para que los precios no se salgan de control. Petro dice que es porque hay especulación de los precios, o sea, que las personas y empresas se aprovechan de que hay expectativas de que todo va a estar más caro para subir “más de la cuenta” y sacar una tajada de ahí. El otro argumento, que es más complejo, es que las altas tasas de interés impiden que los negocios y empresas produzcan más y que, como tienen menos oferta de la que podrían, pues las cosas suben de precio por la escasez.
En varios espacios de economistas, incluyendo los análisis en los que se basa la junta del Banco de la República para tomar decisiones, la mirada es contraria. Dicen que la inflación sigue alta por los efectos de la guerra comercial con la que inauguró Trump este año, las guerras y el aumento del salario mínimo, que, para algunos, ha estado por encima de lo que las empresas y la economía pueden tolerar. En otras palabras, que eso es en parte culpa de Petro por subir tanto el mínimo. Solo para dimensionar el aumento del año pasado, que salió finalmente por decreto, la inflación cerró el año en 5,2 %, la productividad calculada por el DANE quedó en un poco más de 1 %, pero el mínimo subió 12 %. En este gobierno, de 2022 hasta 2024, el salario mínimo ha subido más del 10 % anual y, en 2025, subió 9,5 %. Y en plata, el mínimo pasó de ser COP $1’000.000 en 2022 a COP $1’423.500 en 2025 (sin contar el auxilio de transporte).
Petro insiste en que el aumento del salario mínimo tiene el efecto contrario: si más gente tiene plata en el bolsillo, puede consumir más y, con eso, mover la economía. El argumento de varios economistas más tradicionales es que como el costo de contratación sube, los precios de las cosas o servicios que se ofrecen terminan subiendo y eso, al final, le pega al bolsillo de la gente con menos ingresos y asfixia a las mipymes.
Lo cierto es que la economía se mueve por la confianza. Si la gente cree en las instituciones, en el Gobierno, en el Banco de la República y en que habrá más oportunidades, esa esperanza sí podrá mover la economía.
*María Camila González es directora ejecutiva y cofundadora de Economía para la pipol.
