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En épocas de reformas tributarias, es común debatir quién es la clase media. Mucha gente suele sentirse inferior a la clase a la que, por números del DANE y crudos de la realidad, pertenece.
Para ser clase media en Colombia, una persona, en un hogar, debe tener ingresos de entre $897.987 y $4’835.315 al mes en promedio, según el Dane para 2024. Esa clasificación es absurda para muchas personas. ¿Por qué la clase media gana tan poquito? Es una pregunta común en un país tan desigual, donde educarse o tener trabajo es un lujo. Y así nos parezca poco lo que gana una persona clase media, eso delata un problema estructural. Si esos son los ingresos promedio del país de la gente que “tiene con qué”, ¿cómo hacer que más personas entren a ese club?
O cómo hacer que los ingresos promedio puedan ser mejores para salir adelante sin tener que hacer tantas maromas. Alguna gente experta dice que toca reindustrializar al país, generar condiciones para dar mejores empleos, ser más productivos, hacer vainas con valor agregado para venderle al mundo, en fin… Yo creo que vale la pena también, además de mirar nuestra condición propia, poner la mirada en los lugares en donde ser clase media sí termina siendo un privilegio: las zonas rurales donde solo el 10,9 % de la población hizo parte de ese “club” en 2024. La “ley” allá es ser pobre o vulnerable: el 88,7 % de la gente de los municipios y zonas rurales está en esa condición.
Con esto mi intención no es generar bandos de las ciudades vs. las zonas rurales o viceversa, sino una conversación más profunda de inclusión en los debates y soluciones para que tener privilegios no sea de pocos.
Redistribuir la riqueza y crear más oportunidades no es de bandos, es de humanos.
Valerie Cifuentes es directora creativa y cofundadora de Economía para la pipol