Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Grande otra vez, ¿otra vez?

Eduardo Barajas Sandoval

22 de noviembre de 2022 - 12:01 a. m.
"Que nadie se engañe, a pesar de que todo lo anterior sea cierto. Trump no ha dejado ni va a dejar de ser el que ha sido. Lanzada su candidatura, apelará a los argumentos más increíbles para estar en la pelea política y evitar una catástrofe judicial. Aprovechará en el escenario de su país la oleada de descontento con todos los gobiernos del mundo, y utilizará su característica natural de razonar políticamente en el nivel más elemental para aparecer como alternativa cautivadora y fácil de entender".
Foto: EFE - CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH

Nadie sabe qué tanto pudo avanzar Donald Trump, durante el periodo de su presidencia, en el propósito de “hacer grande a América otra vez”. Si a él le correspondiera explicarlo, seguramente daría una de sus típicas respuestas de pocas y manidas frases con estadísticas frecuentemente improvisadas y algún gesto de fuerza cuidadosamente estudiado para seducir.

PUBLICIDAD

Si la respuesta correspondiera a sus compatriotas, el marcador más fidedigno sería el del resultado electoral que lo sacó de la presidencia, sin perjuicio de que haya millones de votantes que creyeron y siguen convencidos de que le robaron las elecciones. Pero la mayoría en su contra fue clara y jamás apareció prueba alguna de las supuestas trampas en contra de Trump.

Después de la experiencia de tratar con él como presidente, salvo el caso de abyectos que nunca faltan, hubo aliados tradicionales de los Estados Unidos en diferentes partes del mundo que no quedaron muy animados. Varios de los europeos que compartían intereses en materia de defensa en el seno de la OTAN, por ejemplo, se sintieron menospreciados, cuando no maltratados, al punto que alguno estimó que esa organización padecía de “muerte cerebral” debido a debido a “la imprevisibilidad estadounidense”.

En cuanto a las relaciones políticas con Europa, y con países significativos en otros escenarios geográficos, propició un ambiente que no hizo a “América” más grande sino más pequeña, reducida a un espacio político menor que el que antes podía ostentar. Esto quiere decir que en no pocos lugares dejó la impresión de un país más mezquino, merecedor de menos apoyo en regiones del mundo en las que había establecido alianzas estratégicas propias de potencia mundial después de la Segunda Guerra Mundial y de la Primera Guerra Fría.

En el Asia - Pacífico, por ejemplo, allá donde hay que saber manejar las cosas desde el Japón hasta Australia, pasando por China, hubo respecto de esta última una retórica que pudo ser interpretada como el preámbulo de una nueva guerra fría. Para no dar una vuelta al mundo detallada, las relaciones con quienes ocupamos la mayor parte del territorio del mismo continente, tampoco fueron fluidas. Su muralla, que no pudo acabar de construir, después de haber desdicho de la gente que estaba pasando la frontera, de pronto terminó por achicar a su país sin poder detener el empuje de los inmigrantes del resto de las Américas, que poco a poco se han convertido en factor relevante de la nación y de la vida política estadounidense.

Read more!

El retiro penoso de los Estados Unidos del Acuerdo de París para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el abandono caprichoso del Plan de Acción Integral Conjunto para asegurar que Irán no produzca armas nucleares, y la salida intempestiva de la Organización Mundial de la Salud, en plena pandemia, tampoco parecen haber servido al propósito de volver a una grandeza que, frente a los hechos, parece apenas expresión de una retórica de corte populista.

En lo estrictamente bilateral, lo que pareció un intento de aplicarle al presidente comunista Kim Jong-Un las técnicas de entrevista del conocido programa Trump de televisión para pichones de ejecutivos capitalistas, no dio resultado. Ahí sigue el norcoreano echando misiles al aire mientras su entrevistador se refugia, ideando la forma de volver al poder, en un sitio de la Florida cuyo nombre, Mar a Lago, no se sabe en qué idioma es ni qué quiere decir.

Read more!

Con habilidad inverosímil para hacerse notar, y con actitud que insiste en el deseo de mostrar la superioridad de la que se cree investido, el expresidente jamás ha dejado de estar en campaña, mediante la crítica al nuevo gobierno federal y el reciclaje de sus interpretaciones y sus “verdades” de siempre sobre todos los temas. Con motivo de las elecciones de renovación parcial del legislativo, y obrando a la manera de dueño del Partido Republicano, trató infructuosamente de producir un “tsunami” político que habría bloqueado seriamente el resto de la gestión del presidente Biden y se habría convertido, automáticamente, en su nuevo lanzamiento a la próxima carrera presidencial.

De manera inverosímil en el caso de cualquier otro, pero no en el suyo, a pesar del fracaso del propósito anterior, no cambió su idea de lanzarse, desde ahora, en busca del retorno a la presidencia. Maniobra política inusual, que ha sido objeto de interpretaciones que van desde la idea de que intenta protegerse contra el asedio de problemas judiciales hasta la convicción de que conseguirá su objetivo gracias a su capacidad de seducción de nuevos millones de estadounidenses que creen en su figura, en sus explicaciones de las cosas y en su modelo de liderazgo.

A pesar de su entusiasmo a toda prueba, la situación de Trump es ahora muy distinta de la de cuando concursó la primera vez por la presidencia. En lugar de historial de empresario, tiene un pasado político plagado de motivos de crítica, promesas y propósitos incumplidos, y manejo desatinado de problemas públicos, como el de la pandemia. Todo con el lastre adicional de afirmaciones sin fundamento, su presuntuosa comparación con Lincoln y otras de las más grandes figuras de su nación, el ultraje a la honestidad de las instituciones electorales del país que él mismo presidía, y la arenga que pudo contribuir al espectáculo de la toma violenta del templo de la representación nacional en una de las democracias más publicitadas del mundo.

No ad for you

El camino no está tan despejado como él quisiera. Nuevos competidores dentro de su propio partido, aupados por su fracaso en el intento de consolidarse como jefe en los recientes comicios, saldrán a la palestra con arsenal diseñado a la medida para atacarlo. Además se da por descontado que los demócratas también se jugarán a fondo, y podrán resultar encabezados por alguien diferente de Joe Biden, para que la nueva disputa presidencial resulte renovadora y no retrovisora.

A la incredulidad de sectores importantes del propio Partido Republicano, se suman medios de comunicación experimentados en construir o deteriorar las imágenes que hacen triunfar o fracasar a un político, como él, con tantas luces y sombras. Allí figura su habilidad para despertar entusiasmo a la manera de los caudillos, pero también dudas sobre su idoneidad para manejar asuntos de estado, y cuestionamientos interminables sobre alguien sumido en procesos judiciales.

Como si el asunto no tuviera nada que ver con él mismo, Trump parecería haber podido alejar, hasta ahora, un argumento en su contra que más bien ha conseguido orientar hacia el presidente en ejercicio, como es el de la desventaja que puede significar el hecho de aproximarse a las ocho décadas de vida. Siendo que la verdad es que ambos se acercan a esa cifra, que solo en casos excepcionales permite combinar adecuadamente la sabiduría con la diligencia.

No ad for you

Que nadie se engañe, a pesar de que todo lo anterior sea cierto. Trump no ha dejado ni va a dejar de ser el que ha sido. Lanzada su candidatura, apelará a los argumentos más increíbles para estar en la pelea política y evitar una catástrofe judicial. Aprovechará en el escenario de su país la oleada de descontento con todos los gobiernos del mundo, y utilizará su característica natural de razonar políticamente en el nivel más elemental para aparecer como alternativa cautivadora y fácil de entender. Para ello apelará otra vez al lema sonoro de “hacer a América grande otra vez”, aunque no se sepa exactamente cómo lo haría, ni cuál es ese momento anterior de la historia que le sirve de brújula a su proyecto.

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.