La polarización de la guerra fría dio lugar al retorno de la figura legendaria de la neutralidad, que permitió a diferentes pueblos escapar de obligaciones de guerra que les resultaban inconvenientes. Además de los dolores y costos de toda índole que implicaba la perspectiva de una confrontación armada, la condición neutral les salvaguardaba de formar parte de alguno de esos rebaños que las potencias acostumbran a reunir para defenderse y adornarse con un séquito de seguidores, forzados o voluntarios.
Cuando, bajo el formato más reaccionario de reeditar imperios caducos, un presidente aislado en el Kremlin, con sus ínfulas de...
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