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Rishi, Sajid, Nadhim, Suella y Priti

Eduardo Barajas Sandoval
12 de julio de 2022 - 05:01 a. m.
"Entonces, como ahora, sale a flote, en este caso con la acción de sus propios ministros en busca de la salida de Boris Johnson, y con la participación de todos esos nuevos candidatos a sucederle, esa sensatez en el comportamiento político que es característica de los británicos, que a pesar de sus errores han venido construyendo desde entonces una democracia que no cesa de madurar" - Eduardo Barajas.
"Entonces, como ahora, sale a flote, en este caso con la acción de sus propios ministros en busca de la salida de Boris Johnson, y con la participación de todos esos nuevos candidatos a sucederle, esa sensatez en el comportamiento político que es característica de los británicos, que a pesar de sus errores han venido construyendo desde entonces una democracia que no cesa de madurar" - Eduardo Barajas.
Foto: AFP - Agencia AFP

Boris Johnson comprendió que se tenía que ir de la jefatura de su partido cuando en menos de diez minutos renunciaron Sajid Javid y Rishi Sunak. El primero había sido tiempo atrás Chancellor of the Exchequer, esto es ministro de hacienda, y ahora lo era de salud. El segundo era el ministro de hacienda y se sentaba junto a Boris en el gabinete. Al tiempo que aceptó las renuncias, Johnson nombró como Chancellor a Nadhim Zahawi, que había sido ministro de la vacunación y después de educación. Éste aceptó, para no dejar vacante el puesto de conducción de la economía, pero invitó a su jefe a retirarse. En cuestión de horas, Suella Braverman, procuradora general de Inglaterra y Gales, primera mujer conservadora en ocupar ese cargo, y Priti Patel, Ministra del Interior, fueron a 10 Downing Street a persuadir a Boris de que renunciara.

Las cartas de dimisión de los que se fueron, impecables en el estilo británico, estuvieron cargadas de argumentos serenos, refinamiento en el uso del idioma, reconocimiento de logros y firmeza en la decisión, todo en pocas palabras, con admirable claridad política y muestras de aprecio personal. Las respuestas fueron igualmente amables y casi festivas. Después de todo sólo se trataba de cuestiones políticas. Nada de animosidad. Buena pedagogía del ejemplo.

Los nombres de esos cinco ministros ocupan ahora parte significativa de la lista de candidatos a reemplazar a Boris Johnson en la jefatura del partido y, automáticamente, pasar a gobernar al país y suceder a personajes legendarios como Harold Wilson, Winston Churchill, Lloyd George, Anthony Eden y Clement Attlee. Todos son miembros conservadores del parlamento, al que accedieron a brazo partido buscando los votos en una u otra circunscripción para vencer en abierta competencia democrática. Pero existe un factor compartido, que les une por gracia del destino, y es que, al tiempo que son británicos a carta cabal, esto es con la carga de cultura correspondiente a miembros del parlamento, son hijos de inmigrantes de la India, Pakistán, Irak, Mauricio y Kenia.

Contra la idea de que la sociedad británica es estratificada y rígida, ningún otro país europeo de aquellos que tuvieron pasado colonial puede exhibir, como consecuencia de su libre juego democrático y de las opciones de movilidad al interior de la sociedad, y sobre todo del establecimiento político, semejante espectáculo de enriquecimiento, con la presencia de personas procedentes de familias de las antiguas colonias, o de países de religión y cultura no cristiana ni occidental, con opciones verdaderas de llegar a gobernar ahora la antigua potencia imperial.

Richi Sunak proviene de una familia emigrante del Punjab de la India británica que fue a dar a Kenia; su padre médico y su madre farmaceuta. Sajid Javid es hijo de inmigrantes paquistaníes; su padre chofer de bus. Nadhim Zahawi nació en Irak en el seno de una familia kurda que huyó a la Gran Bretaña ante las inclemencias de Sadam Hussein. Suella Braverman, viene de familia india de Kenia y Mauricio. Priti Patel viene de familia de Gujarat, en la India, que fue a dar a Uganda antes de llegar a Hertfordshire.

Todos ellos han sido ministros en varios gobiernos, han descollado en el parlamento, son activos en los medios de comunicación, obran con el talante propio de los conservadores más caracterizados y han sido siempre protagónicos a la hora de las grandes definiciones del partido. Varios de ellos han debido superar dificultades derivadas de cuestionamientos por asuntos de esos que salen a la luz pública en países donde las actuaciones de los políticos son objeto de cuidadoso escrutinio. En ningún caso su origen, su condición étnica o su religión, han sido problema. Ahí están en el escenario y juegan con pleno derecho en la puja por el liderazgo de su partido. Son figuras públicas que le dan un tono particularmente variado y sustancioso a la vida política británica. La clave de su éxito ha sido, sin duda, la combinación de su esfuerzo con una buena educación.

Hace cien años, cuando Gandhi empujaba desde la India en favor de la independencia, y apelaba a los valores y sentimientos profundos de la sociedad británica para condenar los excesos de las autoridades imperiales, tuvieron lugar en el parlamento durísimos debates sobre la matanza de Amritsar, en donde 379 indios fueron masacrados por orden de un general de apellido Dyer, quien utilizó ese método a manera de disuasión contra las aspiraciones independentistas. Entonces, conservadores exaltados fustigaron al Secretario de Estado para la india, Edwin Montagu por haberse atrevido a condenar el modelo represivo utilizado. Y cuando los defensores de Dyer sacaron la artillería pesada de la oratoria de Winston Churchill, éste se sumó a la condena, a pesar de sus sentimientos tradicionalmente favorables al Imperio, con lo cual se abrió paso al proceso de independencia.

Entonces, como ahora, sale a flote, en este caso con la acción de sus propios ministros en busca de la salida de Boris Johnson, y con la participación de todos esos nuevos candidatos a sucederle, esa sensatez en el comportamiento político que es característica de los británicos, que a pesar de sus errores han venido construyendo desde entonces una democracia que no cesa de madurar. Es la misma sensatez que ha llevado a que los electores de diferentes rincones del territorio del Reino Unido prefieran ser representados en el parlamento por personajes provenientes de familias de inmigrantes del antiguo imperio y más allá. La misma que ha llevado a diferentes primeros ministros, dentro del juego interno de los partidos, a atribuirles a esos personajes responsabilidades esenciales.

Es posible que ninguno de ellos resulte ser el elegido. Pero de pronto eso no es por ahora lo más importante, pues ahí seguirán en ejercicio de responsabilidades, desde el gobierno o desde la oposición. Y en ese largo juego nada de raro tiene que alguien de su condición llegue algún día a gobernar. Con lo cual se cumplirían muchas leyes hasta ahora no descubiertas de la historia. Leyes que juegan en favor de un mundo amable con oportunidades para todos, que es una de las claves de la calidad de una democracia.

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