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Desigualdad e improductividad: cómo salir del círculo vicioso

Eduardo Lora
18 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.
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La derecha le da prioridad a la eficiencia, mientras que la izquierda se preocupa más por la equidad. Por eso, los enfrentamientos entre la derecha y la izquierda serían menos frecuentes si se pusieran de acuerdo en unas pocas políticas que sirvan, al mismo tiempo, para ambos objetivos. Quizás así el país podría salir del círculo vicioso de improductividad y desigualdad en que se encuentra.

Durante mucho tiempo, los economistas creían que aquellas políticas que mejoraban la eficiencia inevitablemente crearían más desigualdad, y viceversa. De hecho, había grandes teorías para explicar por qué tenía que ser así. Esas teorías tenían nombres rimbombantes que los economistas teníamos que aprender de memoria: la U invertida de Kuznets, la enfermedad holandesa, el cambio tecnológico sesgado. Puros cuentos: la evidencia internacional vino a demostrar que, a la hora de la verdad, lo que importan son las políticas y las instituciones.

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Desde hace un par de años, me he puesto a la tarea de revisar en el mayor detalle posible toda la evidencia internacional para responder a esta pregunta: ¿cuáles son las políticas más efectivas para que un país en desarrollo, como Colombia, pueda reducir la desigualdad y mejorar la productividad? He llegado a la conclusión de que hay tres cosas que realmente cuentan, a la luz de la experiencia internacional (lo que no descarta que pueda haber otras no suficientemente estudiadas).

En primer lugar, las políticas que se enfocan en el desarrollo temprano de capacidades. No sirve mucho para la igualdad ni para la eficiencia que los jóvenes pasen más años en el colegio o la universidad si la educación que reciben es de mala calidad o si no la pueden aprovechar porque carecen de la formación mental, la energía o el interés en aprender y en desarrollarse intelectualmente. Es lo que pasa en Colombia con la gran mayoría de los jóvenes que terminan la secundaria. Parte del remedio, sin duda alguna, consiste en mejorar la calidad de la educación primaria y secundaria. Pero lo más importante, de lejos, es que, desde el día que nacen, los bebés reciban atención estimulante (y no apenas los cuidados básicos). Y eso no está ocurriendo: los niños menores de cinco años apenas reciben 40 minutos diarios de atención estimulante en sus hogares, y apenas uno de cada 14 asiste a guarderías o jardines infantiles.

En segundo lugar, para lograr los dos objetivos, están las políticas de inclusión financiera para que las personas y los emprendimientos tengan acceso a servicios financieros ágiles y adecuados para sus circunstancias. En Colombia, casi 95 % de los adultos tienen alguna cuenta de ahorros y depósitos, pero solo dos de cada tres las usan, y apenas 6 % tienen microcréditos (de ahí la capacidad extorsiva del gota a gota). Por fortuna, Nubank está dando grandes pasos para modernizar y democratizar los servicios financieros, aunque tiene todavía mucho camino por recorrer.

Y, en tercer lugar, están las políticas de competencia para evitar que unas pocas empresas adquieran control dominante de los mercados en perjuicio de los consumidores, en vez de preocuparse por ser innovadoras y eficientes. La falta de competencia ocurre a menudo en los mercados de bienes básicos para los pobres, como los alimentos, los útiles escolares, los materiales de construcción o el transporte. Por desgracia, las grandes empresas y grupos económicos son muy fuertes, mientras que la entidad reguladora (la Superintendencia de Industria y Comercio) es frágil financiera y políticamente.

Estas tres políticas deberían estar en la agenda de cualquier gobierno, sea de izquierda o derecha. Las oenegés, los centros de investigación y líderes políticos de distintas vertientes deberían unir fuerzas para que, al menos, estas tres cosas tan básicas sean priorizadas y defendidas en busca del bien común. No es tan difícil. Es más, el país tiene buenas bases institucionales y técnicas para que las tres políticas funcionen. Ya están descubiertas, no hay que reinventar la rueda.

Nota: en YouTube “Políticas Públicas Eduardo Lora” hay una exposición más detallada de esta columna.

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Orlando(lx6ve)18 de septiembre de 2024 - 09:18 p. m.
La piratería internacional en cabeza de las corporaciones financiera saquea los recursos económicos con altas tasas de interés; con el agravante que la clase política de derecha aplaude a rabiar a los usureros internacionales; el pueblo sumiso sigue votando por los carteles de la mafias que domina el Parlamento y que se oponen al cambio y trasformación que urge para que este país deje de ser inviable.
Orlando(lx6ve)18 de septiembre de 2024 - 09:06 p. m.
Colombia fue secuestrada por la ideología Neoliberal a partir de ahí se impuso la teoria del libre comercio y la eficiencia del mercado resolvería la desigualdad social; ocurrió todo lo contrario, impuso las privatizaciones, acabaron con el empleo decente e impusieron contratos basura, se robaron las empresas estatales que configuraba el patrimonio público de todos los colombianos; conclusión profundizaron la pobreza y la miseria. Hoy los colombianos como Nacion no poseemos patrimonio colectivo
Mario(196)18 de septiembre de 2024 - 07:26 p. m.
Los bancos quieren que todos tengan cuentas para poder cobrarle al usuario cada vez que necesite hacer algo con su dinero. Sin crédito de fomento o tasas competitivas, el sistema bancario nada le aporta al país.
Hernando(58851)18 de septiembre de 2024 - 06:28 p. m.
La educación que se dé, obviamente, primero en el hogar y luego en el jardín infantil o la escuela, es la más importante y definitiva, razón por la cual requiere un buen control oficial.
Bernardo(31155)18 de septiembre de 2024 - 06:01 p. m.
"Un economista que apenas es economista, arriesga ser mal economista". (JSMill).
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