Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Colombia es uno de los países más religiosos del mundo, pero los colombianos están desertando en masa de las huestes del catolicismo. ¿Qué explica esta aparente contradicción?
En el capítulo sobre religión de mi libro, Los colombianos somos así, exploro una posible explicación, que tiene que ver con el rol que juega la religión en sociedades muy desiguales, como la nuestra. El rompecabezas tiene tres piezas: la primera pieza es la influencia que tiene la desigualdad económica en la intensidad de las creencias religiosas, que se evidencia en el hecho de que entre mayor es la desigualdad de un país, mayor es el porcentaje de su población que cree en un ser superior y en que existen el cielo, el infierno y otros seres sobrenaturales. Colombia, con sus marcadas desigualdades, se sitúa en el extremo de esta correlación, junto con Brasil, Sudáfrica y Turquía.
Por supuesto, la afiliación religiosa de cada pueblo depende de factores históricos. Pero países como España o Italia, que tienen raíces católicas aún más profundas que las nuestras, son actualmente mucho menos religiosos. También tienen muchas menos desigualdades que nosotros.
La segunda pieza del rompecabezas consiste en que la religión es más importante en países desiguales porque ofrece una serie de funciones sociales y psicológicas cruciales. Proporciona consuelo y seguridad emocional a quienes enfrentan dificultades económicas y sociales, ofreciendo respuestas a preguntas existenciales y la promesa de una justicia divina en un mundo que a menudo parece injusto. Además, la religión fomenta la cohesión social y la solidaridad, creando comunidades de apoyo en entornos marcados por la vulnerabilidad.
Sin embargo, este fuerte arraigo de la fe no se traduce en una fidelidad inquebrantable a la Iglesia católica. En las dos últimas décadas uno de cada cinco colombianos ha dejado se ser católico. Los colombianos están migrando hacia otras denominaciones cristianas, especialmente evangélicas y pentecostales. Este fenómeno no implica necesariamente una pérdida de la fe, sino una reconfiguración de la misma.
¿Por qué los colombianos están abandonando la Iglesia católica? Aquí viene la tercera pieza del rompecabezas. Las opiniones de miles de encuestados revelan que la institución católica no les ofrece el mismo nivel de consuelo, solidaridad y sentido de comunidad que proporcionan otras iglesias. Esto es especialmente válido para las personas que han sufrido serios reveses económicos o que han sido víctimas de algún tipo de delincuencia.
En conclusión, la desbandada que ha sufrido el catolicismo parece deberse, sobre todo, a que otras iglesias cristianas ofrecen más consuelo y apoyo a quienes son poco favorecidos económica y socialmente y a quienes son víctimas del crimen. Sorprendentemente, los abundantes casos de abuso sexual de menores por parte de sacerdotes no han producido en Colombia el rechazo contra la Iglesia católica que se ha visto en Irlanda, Estados Unidos, España o Chile. Hasta el momento ha predominado la actitud encubridora propiciada por algunos jerarcas de la Iglesia y movimientos políticos de derecha. Pero esto podría cambiar, pues está pendiente de decisión judicial un “macrocaso” que incrimina por violencia sexual a 567 sacerdotes. El rompecabezas podría complicarse.
En tiempos de incertidumbre y pesimismo, las creencias religiosas pueden ayudar a mantener la esperanza y el sentido comunitario. Ese debería ser el reto de todas las iglesias en este momento.
