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Una encuesta de la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES), que ha sido muy difundida en las últimas semanas, muestra un panorama desalentador de las ideas políticas de los jóvenes.
Sólo se declaran de izquierda el 16 % de los colombianos entre los 15 y los 35 años de edad, y apenas le va un poco mejor a la derecha (25 %). La mayoría de los jóvenes se considera de centro, puesto que se ubica en los escalones intermedios (5 y 6) en una escala ideológica de 1 a 10.
Cuando vi estas cifras pensé que reflejaban la frustración de los jóvenes con el gobierno de Petro, quien durante su campaña había generado bastante entusiasmo con la promesa de un cambio que beneficiaría sobre todo a las generaciones recientes y que, ahora sabemos, no se dió. No aparecieron las nuevas universidades, ni las opciones laborales para los jóvenes, ni las oportunidades de actividad comunitaria, ni mucho menos la paz.
Pero me equivoqué. Los jóvenes colombianos no son ahora menos izquierdistas que antes: hasta donde llegan las estadísticas, siempre se han declarado mayoritariamente de centro. Se ha dado un cierto aumento de la derecha entre los jóvenes, aunque de poca importancia. Por consiguiente, no hay ningún efecto de desilusión del que se pueda culpar a Petro. Como los colombianos de todas las edades, los jóvenes no tienen mayor interés en la política, ni entienden sus enredos, y mucho menos sus implicaciones.
La cultura política de los colombianos es realmente pobre. Como lo analizo en mi libro Los colombianos somos así, los conceptos políticos de izquierda y derecha no tienen un significado claro para la gran mayoría de los electores. El lugar de la escala en el que dicen ubicarse no tiene ninguna correlación con algunas ideas que suelen tener tinte ideológico, como el apoyo a las políticas redistributivas (izquierda) o el apoyo a los derechos de propiedad de los capitalistas (derecha).
Del lugar donde se ubican los encuestados, sean jóvenes o viejos, no se puede concluir que los colombianos sean abrumadoramente de “centro”, como suele creerse. En asuntos políticos, si uno no tiene claro qué es izquierda o derecha, menos entiende qué es centro.
De esto tampoco puede deducirse que los colombianos carezcan de ideología: todo ser humano la tiene, al menos si se define como el conjunto de ideas y valores sobre la manera en que la sociedad debería organizarse y funcionar. Los jóvenes colombianos tienen posiciones ideológicas que, sin ser de izquierda ni de derecha, son bastante antidemocráticas, lo cual es muy preocupante. Por ejemplo, según la encuesta de la FES, 61 % de los jóvenes cree que “un líder fuerte resuelve mejor los problemas que los partidos y las instituciones”, y más del 30 % no está de acuerdo con que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno” (o aún peor, no le importa).
Así las cosas, el terreno ideológico en la juventud colombiana está bastante abonado para las propuestas petristas antidemocráticas, que no son de izquierda ni de derecha. Al fin de cuentas, no es claro que el propio Petro entienda en qué consiste ser de izquierda. Lo que sí parece entender bastante bien es cómo sintonizar con la falta de claridad política del grueso del electorado, y especialmente de los jóvenes.
