Alza de la tasa de interés, devaluación e inflación
En las últimas columnas le sugerí al Banco de la República que no subiera las tasas de interés. La disposición proviene de los organismos internacionales y de los bancos centrales de los países desarrollados, especialmente de la Reserva Federal de Estados Unidos. En un momento de incertidumbre mundial, en el que los capitales tienden a refugiarse en las monedas duras, las cosas resultaron al revés. Mientras en los países desarrollados el alza de la tasa de interés induce entradas de capitales y revaluación, en los países emergentes generan salidas de capitales y devaluación de la moneda. No me equivoqué. El alza de la tasa de interés generó un estado de incertidumbre que provoca la salida de capitales y la devaluación. El remedio resulta peor que la enfermedad.
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En las últimas columnas le sugerí al Banco de la República que no subiera las tasas de interés. La disposición proviene de los organismos internacionales y de los bancos centrales de los países desarrollados, especialmente de la Reserva Federal de Estados Unidos. En un momento de incertidumbre mundial, en el que los capitales tienden a refugiarse en las monedas duras, las cosas resultaron al revés. Mientras en los países desarrollados el alza de la tasa de interés induce entradas de capitales y revaluación, en los países emergentes generan salidas de capitales y devaluación de la moneda. No me equivoqué. El alza de la tasa de interés generó un estado de incertidumbre que provoca la salida de capitales y la devaluación. El remedio resulta peor que la enfermedad.
Lamentablemente, la junta del Banco de la República no ha reconocido que sus determinaciones configuraron una economía de oferta, en la cual no funcionan las medidas convencionales de mercado y de economía de demanda. El alza de la tasa de interés provoca expectativas de devaluación que propician la salida de capitales, elevan la tasa de cambio y agravan la inflación. La medida tiene un efecto contrario al propuesto.
La verdad es que la economía colombiana está en un estado de economía de oferta claramente corroborado por déficits a todos los niveles, la caída de la tasa de ahorro a la mitad y la inflación inercial, donde la oferta agregada es menor que la demanda agregada. En tales condiciones, las soluciones de las economías de demanda resultan peor que la enfermedad. El alza de la tasa de interés ahuyenta los capitales, reduce el crédito, baja los precios de las acciones de la bolsa, devalúa el tipo de cambio y acentúa la inflación inercial. Es el camino al estancamiento y la inflación.
El alza de la tasa de interés de la Reserva Federal es un esfuerzo desesperado para remediar el error de diagnóstico de que Estados Unidos operaba con ahorro sobrante y, por lo tanto, que la cuarentena del coronavirus no tendría mayor efecto sobre el funcionamiento de la economía, más concretamente sobre el crecimiento económico y la inflación. Así, la caída del producto de 2020 sería seguida por una elevación de la tasa de ahorro que se normalizaría por la vía del rebote. Nada de eso ocurrió. El producto nacional en 2021 creció menos de lo esperado, y en los dos primeros meses de 2022 entró en índices negativos y la inflación se salió de cauce.
Ahora, la elevación de la tasa de interés es un esfuerzo desesperado de la Reserva Federal para atraer capitales y de esa manera aliviar la inflación con la revaluación. En contraste, en los países emergentes, el alza de la tasa de interés devalúa la moneda y agrava la inflación. Mientras que la medida en Estados Unidos contrae la demanda y reduce los costos, en Colombia reduce la oferta y aumenta los costos.
En fin, en las economías de demanda la elevación de la tasa de interés, al inducir mayores entradas de capitales, mejora la balanza de pagos y aumenta el ahorro. Nada de eso ocurre en las economías de oferta. Lo que se tiene es un disparo de la tasa de cambio que ahuyenta a los inversionistas y acentúa la inflación inercial.
La junta de Banco de la República no reconoce que la economía experimenta un estado de deficiencia de ahorro que da lugar a una economía de oferta, en donde las políticas convencionales de demanda no solo no funcionan, sino tienen un efecto contrario al previsto. La solución al mal desempeño de la economía se resuelve con un modelo que eleve el ahorro mediante severas reformas monetarias y comerciales basadas en las características propias de la economía colombiana.