Desde hace dos años he venido señalando que la economía opera en un estado precario. Las deficiencias de la economía que vienen de atrás por la globalización, el coronavirus, la reforma tributaria y el manejo del Banco de la República y el Gobierno de alzas de tasas de interés han generado un estado de oferta agregada por debajo de la demanda que tiende a manifestarse en todos los niveles. El déficit fiscal asciende al 5 % y el déficit en cuenta corriente al 8 % del PIB.
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Desde hace dos años he venido señalando que la economía opera en un estado precario. Las deficiencias de la economía que vienen de atrás por la globalización, el coronavirus, la reforma tributaria y el manejo del Banco de la República y el Gobierno de alzas de tasas de interés han generado un estado de oferta agregada por debajo de la demanda que tiende a manifestarse en todos los niveles. El déficit fiscal asciende al 5 % y el déficit en cuenta corriente al 8 % del PIB.
La economía está expuesta a un deterioro creciente de la producción y el empleo, aumento del déficit en cuenta corriente (el más alto del mundo) y alza de la tasa de cambio.
Estamos ante el resquebrajamiento del modelo económico dominante de equilibrio. La economía opera en un estado de producción menor que la demanda, que se agrava por la reducción del ahorro y el aumento del déficit en cuenta corriente. En cierta forma el país es víctima del modelo económico que se profundizó con la apertura económica, en particular por la reducción de aranceles y el alza de la tasa de cambio.
El desajuste se amplió con la reforma tributaria y con las medidas de elevación de las tasas de interés que indujeron salidas de capitales que se refuerzan. La oferta de divisas se reduce con relación a la demanda y agrava la devaluación de la moneda y la salida de capitales. La inflación se acentúa. La solución es la intervención del Banco de la República y el Gobierno para elevar la tasa de ahorro y reducir el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos. En la práctica adquiere la forma de intervención en el mercado monetario para bajar la tasa de interés y aumentar el crédito y el dinero por encima del producto, intervención en el mercado cambiario para fijar la moneda en forma directa y en el sistema arancelario para elevar las tarifas de los bienes de mayor demanda y complejidad.
La economía está registrando los resultados del modelo de libre mercado que se configuró con la apertura económica a todos los niveles. La economía quedó expuesta a la reducción de la tasa de ahorro y el aumento del déficit en cuenta corriente. La economía que antes de 1990 había conformado un superávit en cuenta corriente, quedó expuesta a una apertura económica que aumentó el endeudamiento, propició actividades de baja productividad e incrementó el déficit en cuenta corriente, que llevó a la crisis de 1999, y que ahora se repite. Se entró en la estructura de exportaciones de baja productividad y escasa demanda mundial.
El insuceso está en que el Gobierno pretendió enfrentar una economía en desequilibrio con un modelo de libre mercado dictado por la teoría neoclásica, las universidades más ortodoxas del mundo y los bancos centrales. En la angustia, la salida se busca con políticas restrictivas del crédito, como elevar la tasa de interés y ampliar el dinero por debajo del producto nacional, así como políticas comerciales de tasa de cambio flexible. El modelo conduce a un estado de baja tasa de ahorro, ampliación de la brecha entre la producción y la demanda, y aumento del déficit en cuenta corriente.
La solución es un nuevo modelo, una conciliación, que eleve la tasa de ahorro y reduzca el déficit en cuenta corriente.
Por diferentes razones, la economía opera con exceso de demanda sobre la oferta, que tiene como contraparte un faltante de ahorro. La deficiencia se enfrenta con las políticas de mercado de la ortodoxia, como subir la tasa de interés, bajar los aranceles y sostener la modalidad de cambio flexible. La contradicción hizo aguas. La economía experimenta un deterioro en todos los niveles. La manifestación más preocupante está en la caída acelerada del producto, la elevación de la inflación y la ampliación del déficit en cuenta corriente que se observó en 2022 y se aceleró en el segundo semestre. La economía evoluciona muy por debajo de las predicciones del Banco de la República y el Gobierno, y de los organismos internacionales de crédito.
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