La información del primer semestre divulgada por el DANE muestra que la economía se mantiene en un estado de oferta. La producción es inferior a la demanda y no se percibe ningún esfuerzo para sacarla de ese estado.
La economía experimentó un severo deterioro del ahorro que interfiere con el buen funcionamiento de la economía a todos los niveles y tiene como contraparte la diferencia creciente entre la oferta y la demanda agregada La explicación del mal desempeño viene de los desaciertos de los gobiernos anteriores y tiene la manifestación más clara en el déficit fiscal de 7 % del PIB, déficit comercial de 5.5 % del PIB y exceso de demanda sobre la oferta de dinero de 4 % del PIB.
No se ha querido entender que la economía no puede salir del estancamiento mientras que la producción sea inferior a la demanda. Los cálculos oficiales de la producción basados en la demanda cada vez están más lejos de la realidad. Infortunadamente, los gobiernos y los organismos internacionales se resisten a apartarse de los modelos y las teorías económicas clásicas que predominaron en el pasado, y dieron lugar a elevadas inflaciones, caídas súbitas de la producción y recesiones que duraban más de dos años.
La verdad es que la economía se desplomó en el año 2020 por la cuarentena del coronavirus y los desaciertos de la política fiscal y comercial para enfrentarla. El producto nacional cayó 7.2 % en 2020, luego rebotó en 2021 y volvió a caer en el presente año. De acuerdo con la información reportada por el DANE, la producción del primer semestre disminuyó con respecto a diciembre y el Banco de la República estima que crecerá 1.2 % en el 2022.
Se confirma que una vez que las economías entran en un estado de economía de oferta es muy difícil salir de ella. La tasa de ahorro entra en un proceso de deterioro decreciente que se lleva por delante la producción y el sistema.
Los hechos se han encargado de mostrar que el modelo de austeridad monetaria y represión salarial que viene del colapso de 1999, y sobre todo de la profundización de la apertura económica, configuraron una estructura de bajo ahorro, déficit en cuenta corriente y deterioro de los ingresos del trabajo. Por lo demás, no se han logrado superar las deficiencias de la economía causadas por la pandemia, ni los desaciertos de los monumentales déficits fiscal y en cuenta corriente adoptados para enfrentarla. La economía entró en una economía de oferta, de donde es muy difícil salir. La oferta es inferior a la demanda. La producción se estanca, a tiempo que la inflación y la devaluación aumentan en forma creciente.
En síntesis, la economía está abocada a un estado de economía de oferta. La tasa de ahorro desciende e induce la compresión de la producción, y los dos efectos se refuerzan. La economía queda expuesta a una baja tasa de ahorro que deteriora el crecimiento y la distribución del ingreso. La solución es un modelo que se aparte del libre mercado, eleve la tasa de ahorro y sostenga el salario por encima de la productividad, mediante severas reformas monetarias y financieras que amplíen el dinero y el crédito a los sectores lideres, y comerciales y sectoriales que sustituyan las importaciones de mayor complejidad por producción nacional. Si bien la tarea requiere de la colaboración de los diversos estamentos nacionales, su realización práctica depende principalmente del Gobierno y las autoridades económicas.