El modelo imperante de mercado no resuelve la crisis de la caída del ahorro

En columnas recientes advertí que la economía colombiana había entrado en un estado de desequilibrio. El ahorro, el empleo y la producción caen. Se entró en un estado similar al de la pandemia. La producción desciende y la tasa de ahorro declina, y se refuerzan. No había más opción que bajar la tasa de interés real y devaluar la moneda en forma directa, como sería comprando dólares de las reservas internacionales en el mercado. Como no se hizo, la tasa de interés real subió, el tipo de cambio se revaluó y la tasa de ahorro continuó declinando. Se entró en un proceso creciente de deterioro del sistema.

Como lo señale en varias columnas, no había más opción que un modelo que bajará la tasa de interés real, devaluara la moneda, y así elevará la tasa de ahorro y el empleo.

Lo anterior genera un estado de incertidumbre. Los portadores de moneda extranjera en títulos TES advertirán que la rentabilidad es cada vez menor en dólares, y procederán a sacarlos del país. No hay otro antídoto que una mayor devaluación que la prevista.

En fin, la economía está ante un colapso anunciado. La economía venía de tiempo atrás con un ahorro menor que la inversión, y oferta (producción) menor que la demanda, que solo se puede controlar o contrarrestar con la intervención en el mercado de demanda de dinero mayor que la oferta.

El panorama de Colombia en muchos aspectos es similar al que se está viviendo en la economía mundial, y se puede sintetizar en una frase. Estamos ante economías de oferta que, como lo dice su nombre, la oferta es menor que la demanda, y se enfrentan con modelos de equilibrio de mercado que reducen el ahorro. Las economías quedan abocadas a un estado estructural de ahorro menor que la inversión, que en algún momento tiene que precipitarse en colapso. La igualdad entre la oferta y la demanda se quiebra. La oferta es determinada por la tasa de ahorro y el empleo, y ambos declinan. La demanda corresponde a los determinantes convencionales de inversión, déficit fiscal y déficit en cuenta corriente (importaciones menos exportaciones). Como la oferta declina y la demanda aumenta, el sistema queda a la deriva.

La solución es el modelo que aumente la oferta y reduzca la demanda. El aumento de la oferta se logra elevando la tasa de ahorro y el empleo. La reducción de la demanda se consigue recortando el déficit fiscal y en cuenta corriente, que en la actualidad se aproxima a 10 % del PIB.

En la práctica, el resultado se logra con una operación monetaria de exceso de demanda de dinero sobre la oferta. En términos más sencillos, con la intervención del Banco de la República en el mercado de divisas.

Los hechos se encargaron de confirmar que los responsables de la crisis recesiva con inflación son los pensadores y las instituciones que vaticinaron que estamos en un mundo de ahorro sobrante.